Esa tarde

Esa tarde, no había nada especial a relatar, al menos aparentemente. ¿Por qué debería haber algo especial para relatar? ¿No podrían relatarse cosas simples, las más simples entre las simples cosas? Pensando en estas cosas, se ponía a contar que había ido al dentista, regado las plantas, puesto tierra en el jardín, visto una taturana andando por el garaje, llamado a un par de amigos/as sin éxito, andado por la avenida Beira Rio y puesto gasolina en el auto, con aditivo, ya que esas naftas baratas de los últimos tiempos exigían reparo e el suministro de la máquina. Estuviera en la rodoviaria agarrando una indemnización por libros dañados por la Itapemirim, regalado dos a una vendedora de pasajes y a un empleado de la misma empresa. Éste leyera la primera hoja de Resurrección: Um poeta não morre / existe / é / La vida me tocó mucho / me poetizó / só. Eso ya valiera el viaje. A la frentista de la Shell le regalara uno también. Le gustaba leer. A ella, y a él también. Leyera, de tarde, poniendo en el banquito de seu chico la caja de bombones traídos de Buenos Aires, el libro de Lovecraft llamado La tumba y otros relatos. Magistral. La noche antes, leyera Poe: Ligeia. Indescriptible. Maestro. Esta mañana de hoy, 14 de julio de 2009, supiera ser necesario crear nuevas palabras para describir cosas que el lenguaje normal, común, no sabe decir, no sabe cómo nombrar. Esta mañana, y este era el hecho del día, descubriera eso. James Joyce, el autor de Grande Sertão veredas cuyo nombre no me viene a la memoria en este momento, crearon nuevos lenguajes, nuevas palabras. Pueden crearse nuevos estilos, nuevas formas narrativas, sin necesidad de usar palabras nuevas. Y también pueden crearse nuevas palabras, como Ramón con la egoencia. Si no la inventó, le dio nuevos sentidos. Hoy leía Paulo Freire, pedagogía del oprimido. Hacerse dueño des í y del mundo, liberarse de la objetivación objetificándola, haciéndola propia. Muy lindo. Marx dice que nos apropiamos del mundo por los sentidos, que son construcciones sociales. Puse tierra en el jardín del frente y de atrás. Colgué ropa mojada en los varales de la lavandería y hablé con María y con João Fragoso. ¿Qué les parece? Ayer hablé con mi hija Natalia y hoy supe que Carol, la mayor, está bien. El jueves nos veremos con el grupo de Comblin. Tudo bem. Es muy lindo. Me gusta tener amigos. Ahora tengo amigos. Ya no me siento más solo, aunque esté solo. Y sobre todo cuando estoy solo, es cuando menos me siento solo, ¿te fijás? Es muy lindo. Tengo tantos recuerdos, que me tiro en la poltrona o salgo a caminar por la playa o ando en el tránsito (en el tránsito menos, pues me puedo distraer) y el mundo en que viví, la vida, los seres, los sueños, los hechos, lo que soy, lo que es, está aquí. Soy eso. ¿Te das cuenta? Si estás pensando, no te vas a dar cuenta ¿te das cuenta? Es lo que está aquí, el aire que respiro, la música que escucho, la sensación de estar yendo a la eternidad a toda hora. De ser la propia eternidad, de estar, con todos y todas los que me rodean, con las plantas y los animales y el sol y las estrellas, en un útero inmenso, en el seno de la Madre Eterna. Estoy en paz. ¿Me explico? ¿Por qué no estaría? En breve, María llegará. María me gusta mucho, me enamoré de María, ¿sabías? Nos queremos un montón, te cuento. Ya llega, ya llegó. Después te cuento. No seas curioso/a que me pongo celoso. That is the end, al menos por enquanto.

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