Ayer y hoy

parqueLa palabra para afuera y la palabra para adentro. No todo debe ser dicho. No todo está al alcance de nuestras manos. No podemos modificar a las personas para que sean como deseamos. Ayer a la tarde en el supermercado, escuchaba una canción que me recordó a uno de mis hijos. Sentí el amor que siento por él. Me di cuenta de que aunque no nos veamos, hay algo que no muere. No puedo modificar a la gente que quiero, para que sean como me gustaría. Pero puedo tratar de aceptarlos como son, así como trato de aceptarme como soy  Hoy a la tarde fui al parque con mi padre y con mi esposa. Miraba la fuente de los continentes. El agua subiendo en hilos brillantes que se curvaban y caían. Gente alrededor. Un heladero vendiendo helados. Los árboles formando túneles de sombra. Verdes de todos los tonos. La fuente se me figuraba era un grabado, algo inscripto en el tiempo. Ya he sentido esto en  otros lugares. En Lagoa Seca, Paraíba. En el hospital Santa Izabel, en João Pessoa. En el mar que se ve en Cabo Branco. Las olas parecen esculpidas en el tiempo. Ayer y hoy. Hablar y callar. Decir y silenciar. Aprender a esperar. Esperar con esperanza, pero sin expectativas. La espada del Profeta Isaías. El tiempo justo. Hay algo que nos va ordenando, nos va conduciendo al justo lugar.
 

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