Vamos a vencer

Lula fue condenado, sin haber cometido ningún delito. Fue condenado un inocente. Condenado por delincuentes.

La justicia delictiva, golpista y clasista, está desafiando a la ciudadanía que paga sus salarios de privilegio. Es importante ver que la historia se repite. Las clases dominantes son totalmente refractarias a cualquier proyecto de inclusión social ciudadana. Hay una mentalidad esclavista y perversa permeando toda esta farsa pseudo-jurídica, que humilla al Brasil. Humilla a la gente de bien.

Pero la historia da muchas vueltas. Lula es un ejemplo de que se puede. Se puede desde el estado, incluír a los más pobres. Y no como una actitud asistencialista, sino por saber que son los pobres los que mueven las ruedas de la economía. Esto lo sabe Lula, que vivió en la pobreza. Pasó hambre. Supo lo que es no tener un lugar en el mundo.

Lula es un ejemplo de que un país no necesita ser un lugar de sufrimiento, de explotación, de sumisión, de privilegios. Puede y debe ser un lugar en el cual se comparta. Un lugar para compartir. Incluyendo. Integrando. Más allá del resultado final de esta farsa jurídica obscena y anómala, amoral, el resultado de este proceso aún deberá traer muchas sorpresas. Las personas se dejan someter, cuando la fuerza del enemigo parece invencible.

Pero se va generando una fuerza resistente, un poder resiliente, que a largo plazo pone las cosas de nuevo en su lugar. Esto se puede ver en la historia argentina reciente. Aquello que las dictaduras trataron de imponer, fué siendo desarmado minuciosamente por la labor consistente y continuada de muchas organizaciones y movimientos de base. Gente que fue construyendo redes solidarias en los barrios.

Movimientos que fueron generando espacios de autonomía y autogestión. Exigiendo del estado lo que es debido. Empleo, alimentos, educación, salud. Respeto por los derechos humanos. Respeto por el derecho a la información. Estos movimientos y redes, fueron trayendo hacia la persona y hacia la comunidad, la responsabilidad y la fuerza de la acción que empodera, liberta y construye.

Al final, las dictaduras pasan, pasan los golpes de estado. Pasa la delincuencia de guante blanco, que está hoy en el poder en Brasil. Todo pasa, y queda la gente decente. Esto es lo que es posible ver hoy. Esto es lo que permite seguir teniendo esperanza. Es que ya vimos esta historia acontecer.

Y el saldo es y fue, siempre será, a favor de los de abajo. A favor de la gente que tiene valor, y este valor les viene de su historia de vida. Es sólo continuar teniendo confianza en nosotros mismos. Saber que el poder no viene del dinero ni de los privilegios, sino del trabajo honesto, el respeto, la solidaridad. La fe simple, fe en la vida. No nos van a derrotar.

 

 

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