Un informe fundamental de las Naciones Unidas ofrece un programa para eliminar el racismo sistémico

El asesinato de George Floyd, afroamericano, a manos de un agente del orden el 25 de mayo de 2020 en Minnesota, Estados Unidos, suscitó protestas en todo el mundo que marcaron un antes y un después en la lucha contra la brutalidad policial y el racismo.

Posteriormente, en junio de ese mismo año, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas adoptó la resolución 43/1 que solicitaba a la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, que elaborase un informe detallado sobre el racismo sistémico, las violaciones del derecho internacional de los derechos humanos cometidas por las fuerzas del orden contra africanos y afrodescendientes, la rendición de cuentas y la reparación, así como sobre las respuestas de las autoridades a las protestas pacíficas contra el racismo.

“La discriminación racial sistémica trasciende cualquier expresión de odio individual”, afirmó Bachelet ante el Consejo de Derechos Humanos ese mes de junio. “Deriva de prejuicios en varios sistemas e instituciones de la política pública, que perpetúan y refuerzan por separado y conjuntamente los obstáculos a la igualdad”.

Un año después, el Programa hacia un cambio transformador en pro de la justicia y la igualdad racial de Bachelet, recientemente creado, ofrece el camino a seguir para que los Estados “reviertan las culturas de la negación, eliminen el racismo sistémico y aceleren el ritmo de actuación”. El informe insta a los Estados a corregir los agravios históricos, al mismo tiempo que aborda la realidad actual y las experiencias vividas de los afrodescendientes.

Formas múltiples de discriminación racial

“El racismo sistémico actúa como un conjunto de normas racializadas y hemos podido cuantificarlo en todas partes donde existen datos. La forma en que el racismo sistémico se manifiesta en nuestras sociedades a escala mundial es generalizada y tóxica”, aseveró Dominique Day, presidenta del Grupo de Trabajo de Expertos sobre los Afrodescendientes.

Day se encontraba entre los expertos de las Naciones Unidas, cuyas perspectivas y opiniones se pidieron para elaborar el informe de Bachelet. Además, el informe recibió más de 100 presentaciones por parte de Estados y otras partes interesadas, así como 23 consultas en línea con más de 340 académicos, instituciones de derechos humanos, organizaciones de la sociedad civil dirigidas por afrodescendientes, y familiares de afrodescendientes asesinados por agentes del orden.

El racismo sistémico es una cuestión transversal, prosiguió Day. Se encuentra en la asistencia sanitaria donde médicos atienden en menor medida los casos de enfermedad y dolor según la raza. Está presente en la educación, en la cual los niños afrodescendientes de todo el mundo se ven alejados de la formación superior y además los profesores ponen menos expectativas en sus resultados, agregó.

“Por tanto, las manifestaciones del racismo sistémico se detectan en todas las partes que analizamos, pese a la fuerte tendencia de negar que esta incidencia de alta frecuencia es en realidad sistémica”, esclareció Day.

El informe destacó que los afrodescendientes “se enfrentan a una discriminación, marginación y exclusión interconectadas, interseccionales y compuestas, generadas por legados históricos y reforzadas mutuamente a través de ciclos de desigualdades estructurales que han perdurado durante generaciones, y que han afectado el disfrute de los derechos humanos en todos los aspectos de la vida”.

El informe también revela que, en los países con comunidades importantes, es más probable que los afrodescendientes sufran desproporcionadamente los efectos de la marginación y la exclusión, entre otros: altos índices de pobreza, tasas de desempleo y la ocupación de puestos de trabajo menos cualificados, residencia en barrios segregados, desfavorecidos y peligrosos, contaminación ambiental y falta de acceso a agua limpia, obstáculos a la hora de obtener un acceso equitativo a una educación y asistencia sanitaria de calidad, y, en algunos países, desplazamiento, desposesión, exclusión y expropiación de sus tierras.

Todas estas desigualdades se complican con una escasa participación y representación de los afrodescendientes en los procesos de toma de decisiones y en la vida pública. Por ejemplo, en los Estados Unidos, algunos afrodescendientes se ven afectados por medidas que les impiden votar, incluso la negación de los derechos de voto a personas con condenas por delitos.

La influencia persistente de un planteamiento social sobre la raza

La deshumanización de los afrodescendientes está arraigada en los planteamientos sociales falsos de raza creados para justificar la esclavitud, en estereotipos raciales continuados, así como en prácticas y tradiciones dañinas ampliamente aceptadas que han fomentado la tolerancia de la discriminación racial, la desigualdad y la violencia, según se explica en el informe.

Day afirmó que ha experimentado esto.

“Soy abogada. A veces acudo al tribunal y en varias ocasiones han dado por hecho que era una acusada, en vez de abogada”, declaró. “Soy una mujer de color. El noventa y nueve por ciento de las personas que se presentan ante el tribunal penal o ante el tribunal de familia es de color. Y a pesar de que lleve traje, porte un ordenador y haga cosas que solo hacen los abogados.

La deducción, probablemente basada en mi color de piel, es que soy una acusada o demandada en el tribunal”.

El informe destaca, además, que el racismo sistémico persiste porque la idea errónea de que la abolición de la esclavitud, el final de la trata transatlántica de esclavos y el colonialismo, y algunas medidas adoptadas por los Estados hasta la fecha han eliminado estructuras racialmente discriminatorias y han creado sociedades racialmente justas.

Esta cultura de la negación sigue siendo un obstáculo importante a la hora de combatir el racismo sistémico, aclaró Day. No solo porque está profundamente arraigado en la cultura del individualismo, sino también porque las personas no quieren alterar su zona de confort”.

“A las personas les resulta muy difícil afrontar la incomodidad de saberse cómplices del racismo sistémico”, agregó Day. “Por lo que la idea que se necesita para afrontar los propios prejuicios y la incomodidad de hasta qué punto se ha contribuido intencionadamente o no a la jerarquía racial y a los abusos de derechos humanos no es algo que todo el mundo, incluso en los niveles más altos, sea capaz de asimilar psicológicamente”.

Determinando el camino a seguir para los Estados

La eliminación del racismo sistémico conllevaría, entre otras medidas, la reforma de instituciones, legislación, políticas y prácticas que pueden resultar discriminatorias en resultado y efecto, según el informe. Exhorta a los Estados a que adopten un “enfoque sistémico para luchar contra la discriminación racial” mediante la adopción de respuestas de todo el gobierno y de toda la sociedad que figuran en planes de acción de ámbito regional y nacional coherentes, globales y dotados de recursos adecuados, y medidas especiales para grupos desfavorecidos.

Asimismo, en el informe se pone de relieve la recopilación, publicación y análisis de datos desglosados por raza y origen étnico que permiten entender mejor la magnitud del racismo sistémico y supervisar la efectividad de las medidas de política.

También se pide a los Estados garantizar la participación significativa de los afrodescendientes en los procesos de toma de decisiones y en las instituciones del Estado, tales como la aplicación de la ley y el sistema de justicia penal.

“Los Estados tienen una gran oportunidad de avanzar. Para algunos Estados, esa oportunidad podría comenzar por una reforma jurídica o una reforma política. Para cada Estado que deba empezar con el desarrollo de un conjunto de medidas por lo que saben que están resolviendo el problema”, según Day. “Dichas medidas deben estar cimentadas en el impacto y los resultados, no simplemente en cambiar un lenguaje que habita en nuestras leyes o en nuestras políticas.

Los Estados también necesitan ser valientes”.

29 de junio de 2021

Esta es la historia de una serie de cuatro partes que presenta el Programa de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Bachelet hacia un cambio transformador en pro de la justicia y la igualdad racial. Cada parte resalta las particularidades históricas, la experiencia vivida y la realidad actual de los afrodescendientes en varios Estados.

Fuente: ACNUDH

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