Ter sobrevivido

Nessa lenta, constante elaboração de memórias, a que todo ser humano é destinado a fazer, vemo-nos incessantemente defrontados com fatos do passado uqe se projetam sobre o presente. Um dia de 1977, um certo soldado da Companhia de Esquiadores de Alta Montanha 8 Tte primero Ibáñez, jura a bandeira, na presença da sua mãe.

La muerte no sería un problema, la muerte es un dato de la vida, es un acontecer natural. Al menos, así debería ser. Como decía San Francisco, ningún mortal de ella puede escapar. Pero lo que sí se puede y se debe evitar, es la muerte en vida, el no ser siendo, el vivir ajeno a sí mismo, sometido a circunstancias alienantes, enajenantes. Esto puede y debe ser evitado. Alguien que recuperó la vida después de años de enajenamiento, daba gracias constantemente, tenía en mente los infinitos actos que le trajeran de vuelta a la vida. Era un útero inmenso, infinito, cada respiración le era preciosa. Un día como hoy, pensaba, tantos ya no están a mi lado, alrededor mío, andando por las calles atrás de una Argentina mejor, de un país sin hambre, sin prepotencia, sin injusticia. Pensaba en los años pasados fuera de sí y sentía un vértigo en la barriga. Tenía ganas de llorar pero no lloraría. Ya había llorado bastante. Ahora era tiempo de levantarse y mirar, como ayer, como aquel 8 de octubre de 1977, el sol en el cielo, la bandera flameando, y saber que había un sentido en haber sobrevivido. Debería haber muchos, pensó, pero al menos uno le venía a la mente. Recordaba su madre en el Cerro de la Gloria, usando aquél vestido verde que ella misma tejiera con sus manos. Se tomaba las manos y tenía una expresión preocupada. El hijo escapara de las garras de la muerte. Al menos, eso parecía. Pero el proceso fuera cruel. Sembrara una muerte interna, una muerte a largo plazo. Con ella tendría que luchar el resto de su vida, como todo sobreviviente de la matanza videliana. Sería, talvez, no sabía, pero le parecía que podría llegar a ser, algo tan presente como para un labrador que viene del interior, aprender a vivir sin las plantas, sin los animales, sin la gente de campo en que se acunara su vida desde el comienzo. La vida le llevara por caminos de confluencia con muchas historias. Hoy, la suya no se le figuraba como tan especialmente cruel o difícil o desafiante o lo que fuera. Era una historia más, una tejida con otras tantas historias, en la infinita trama de la vida. Era el 2 de junio de 2009 y mamá ya no estaba desde octubre de 2007.

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