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Proyecto S

Escribir. Escrever. Ver. Venir

Escribir es mi proyecto. Es un proyecto antiguo y actual, y también comunitario. Es leer y compartir lo que se lee.

Es ser lo que se escribe. Si todo esto te pudiera llegar a sonar medio abstracto, puede ser porque estés pensado en ello. Si lo ves, verás que hay un lugar. Un espacio donde podemos ser. Un espacio donde somos. De este espacio nos van sacando despacito o a los empujones desde la infancia. Nos van poniendo a pensar en las tristezas de Cancha Rayada, como dice Cortázar. O en cuántas patas tienen las arañas.

Pero lo que importa es que se puede volver. Por eso es que volví. No sé si seguiré volviendo. No sé si esta revista seguirá existiendo. Depende de si a otras personas les importa lo suficiente como para ponerle el hombro. Lo que les quería decir y ya lo dije es esto del escribir como proyecto.

Me parece importante decirlo, porque hay veces que nos confundimos. No decimos lo que queremos decir. No sabemos si lo que escuchamos es lo que nos quieren decir. En vez de preguntar, por ahí reaccionamos. Esto le pasa a todo el mundo. La S me dice que puedo confiar. Escucho el sonido. Confianza se hace. Se conquista. Se construye. Escribir nos ayuda a ver y saber lo que queremos. Y lo que no queremos también.

Pausa

Parar abre un espacio. Un lugar
Entonces puedo ver
Puedo estar
Y me conecto
Salgo del frenesí de creer que debo estar siempre haciendo algo, pensando, analizando, juzgando, proyectando
Puedo solamente estar en este espacio que soy yo, donde estoy
Tranquilo y sereno.
Leer me ayuda a estar en mí, a reconocerme.
Me aquieto al reconectarme.
Leer y caminar se parecen
Paso a paso
Una letra me trae todo lo que necesito, y está aquí.

La vida es esencialmente la misma

Una letra al lado de la otra organiza el mundo. Nace la vida cuando escribo. Me repagino. Aprendo a dar vuelta las páginas, una a una. Todo lo que vivo ya está escrito por mí. Vivo mi propia vida.

Aún los extravíos –que ya no son tantos– me traen de vuelta al mismo camino que recorro desde antes de nacer. Todos mis pasos son míos. He recorrido un trayecto largo.

A veces me da una especie de vértigo ver todo lo que hice. Mis trabajos, mis luchas, mis andanzas. Gente que conocí y en quienes me espejé y sigo espejándome. Todo es una inmensa mandala giratoria.

Otras veces es un color translúcido tranquilizador. Cuando ella conversa conmigo está todo bien. Hoy en Jacumã tuve la sensación de que todo está bien.

La vida es esencialmente la misma. Mendoza, João Pessoa. No sé si las palabras consiguen transmitir lo que quiero decir. Esto es indescifrable e indescriptible. Disfruto el florecimiento.

Orientese por los colores

Hay veces que uno dirige su mirada hacia adentro. Hoy, por ejemplo, me está ocurriendo de estar viendo, desde temprano, hortensias. Hortensias azules y blancas, celestes y rosadas, que vi en Gramado, Rio Grande do Sul, Brasil. Cuando veo esos colores, siento una sensación de una paz profunda. Una quietud muy intensa y envolvente. Es como si el tiempo hubiera parado. Las flores tienen esa propiedad: ellas detienen el tempo. Mientras uno mira flores, si uno mira las flores, el tiempo se detiene.