Arquivo da tag: Vecindario

Movimiento

Aquí rodeado de aves y sus cantos

Flores y colores

Libros y cuadernos

Mundos acogedores donde me guardo y fortalezco

Me arraigo y crezco

Mi oración y mi vida son un solo movimiento

Mi historia y mi presente se abren al unísono

Para dejar pasar este instante fugaz que es todo lo que tengo

El calor del campo

El movimiento de Jacumã

La vecindad alrededor

Han sido y siguen siendo el lugar

Donde me he venido rehaciendo y lo sigo haciendo

Renazco todas las mañanas y a la noche

Las estrellas y la luna y el cielo azul oscuro

Me guardan hasta la mañana siguiente que es esta donde escribo.

Clave de S

Buenas señales desde el comienzo del día

Sueño

El sueño de anoche

Sensibilidad

Sensualidad

Slowly

Sol

Soledad

Transformar estas señales en un texto extenso

Sería no sé, talvez interesante

Talvez no

Talvez cansador

Prefiero dejarlo así

Pues recuerdo el sueño de anoche

Silene mostrando su belleza

María azul cama

No siempre las palabras consiguen decir lo que queremos.

S es suficiente

S de sí.

Es notable como una letra contiene tanto.

Clave de S

Sólo tengo obligaciones con el Amor.

Sentí, que vas a saber.

Sintonía con el amor.

Lo que me haga bien

Simplicidad.

Mundos

Es necesario tener un lugar adonde ir. O varios lugares. Lugares donde uno se sienta bien, integrado, contenido, en paz, feliz, contento, alegre. Ayer pensaba en esto.
Lo que sentí estos días atrás, cuando estuve en Valle María, Entre Ríos, participando del segundo curso de formación de terapeutas comunitarios en Argentina.
Una sensación de que todo está como debería ser. Todo en su lugar, aunque en movimiento. Un movimiento en que las cosas se van ordenando dentro de uno.
Desculpabilizándonos, desculpabilizando a los demás, a nuestros padres, a otros familiares, a amigos, colegas. Liberándose de la prisión de la condena.
Adalberto Barreto dice que sólo se perdona cuando se comprende. Otro de los mundos a los que me gusta ir, es el mundo de los libros, el mundo literario y poético.
Los lugares adonde los relatos me han venido llevando desde que escuché los primeros cuentos que mi madre nos contaba cuando éramos muy chicos.
Los libros que leí y escribí, los que seguiré escribiendo, lo que voy escribiendo en las hojas que escribo cada día, para retener a la vida, para que la vida no se pierda, para que la vida no se vaya.
El Viernes Santo estuve en Uspallata, en la Estación Cielo, una comunidad ligada a la Tierra, la Pacha Mama. Un paisaje de álamos hermosísimo.
Nos detuvimos con mi esposa varias veces para contemplar esa belleza. Imposible describir lo que se siente cuando uno mira el cielo como tejido por las ramas de los álamos otoñales, que se mecen al compás del viento, dejando caer sus hojas de oro.
Volví embargado por la contemplación de esa maravilla. Pensaba que no hay templo más hermoso que ese, la naturaleza en su esplendor de belleza.
Está la familia, las personas con las cuales tejemos nuestro cotidiano, nuestros colegas de trabajo, los vecinos y vecinas, las personas con las cuales estamos en contacto diario o eventual. El tejido de la vida. Que ese tejido sea nuestro día, todos los días.