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Mi mejor tiempo

Este es mi mejor tiempo. La sintonía perfecta con la memoria correcta. Se abre una brecha en el velo de la nada. La asunción del gobierno popular de Brasil establece la seguridad que necesito.

Es terrible vivir con miedo. Es otro tiempo ahora. Para mí y para este país donde vivo desde hace ya más de 45 años. Toda una vida. El 8 de diciembre de 2022 se cumplieron esos años. El tiempo de mi llegada desde Argentina. Ese mismo día tuve la experiencia singular de estar sin miedo, sin culpas, sin rabia ni odio, y sin resentimiento. Un tiempo mío, plenamente. Duró algunos momentos. El tiempo en que estuve almorzando en el restaurante Taipas, donde suelo comer habitualmente cuando estoy en Cabo Branco. Esta experiencia me ha ido trayendo aún más a este espacio que soy. El lugar de mí. Lo que he venido buscando toda mi vida. El hecho de que lo ande buscando no significa que no lo haya encontrado. Lo busco y lo encuentro y habito. Por eso es que estoy así. Estoy bien.

Todo duerme. Alrededor y a lo lejos, las luces de las viviendas vecinas. El canto de los grillos. ¿Y si fueran grillas? No sé lo que puedan llegar a ser grillas. Me refiero al femenino de grillo. Se trata del lenguaje inclusivo. Incluyente. Como sea que se diga. El asunto es incluír. Incluír de hecho, no solamente con palabras. La palabra es un comienzo. Es el comienzo, la base, el fundamento y la cosa misma. Es todo. Por eso es que ahora tengo aún más cuidado con lo que digo. ¿Qué estoy diciendo? ¿Es lo que yo quiero decir, o es un implante, una imposición externa internalizada? Escucho más que digo. Y cuando digo, sea a mí mismo o a alguien más, es porque es lo que tengo que decir. Tengo especial cuidado en lo que digo a mí mismo y sobre mí mismo.

En este espacio es donde se había instalado un diálogo depreciativo. La autodepreciación. Una perspectiva despectiva, fruto de violencias sufridas e interpretaciones equivocadas sobre mi actitud frente a esas violencias. Yo enfrenté el abuso, o mejor dicho, los abusos de distinto tipo que me tocó enfrentar desde el comienzo. Lo enfrenté de diversas maneras. Resistiendo, denunciando, buscando ayuda, buscando otros espacios de acción donde pudiera ser yo mismo. Nunca tuve una actitud omisa ni siquiera tolerante con el abuso, con la acción abusiva que se intentaba imponerme. Esto me libera. No tengo culpa. Ningún tipo de culpa. Resistí de distintas maneras, y lo sigo haciendo. Los efectos de la tentativa de quebrarme los he ido viendo poco a poco.

¿Qué hice? ¿Qué sigo haciendo? Lo mismo de siempre. Ignorar y resistir. Denunciar y buscar espacios de libertad. Espacios de acción y creatividad. Por eso es que me agarro a esta revista. Ella tiene el mismo nombre de una de corta duración que creamos los y las estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo en los años 1970. Consciencia. Conciencia social. La conciencia es una sola. Es y no es. La conciencia individual no es independiente de la conciencia social. Tampoco es del todo dependiente. Hay una relación de mutua imbricación. No podemos ir más allá de los límites de lo colectivo, y al mismo tiempo debemos ir constantemente más allá, bajo riesgo de desparecer y perder nuestra individualidad.

Nuestra personalidad, nuestro propio ser, es una costura fina entretejida, entrelazada con el mundo circundante. Al mismo tiempo, somos algo que constantemente se rebela, debe rebelarse, a la sumisión que lo masivo intenta imponer. Sin eso, seríamos menos que ser. Seríamos una cosa, una masa. La mayor parte de la gente no siempre sabe que podría ser diferente. Apenas sigue lo que le determinan, en parte. Otra parte, una ranura, sospecha o puede llegar a sospechar, que podría haber una posibilidad de no perderse. Esta brecha es la que exploramos aquí. Es la rebelión. El decir que no a lo inaceptable. Es de tal manera plenificar y poner a nuestro favor el tiempo presente, que nada pueda destruirnos, ni siquiera la posibilidad de la muerte.

Por poco que la persona tenga alguna noción de sí misma, deberá haber sorprendido en su trayectoria de vida, uno o muchos momentos en que se levantó y dijo que NO. No importa demasiado si consiguió evitar el mal. Basta haberse opuesto. Esto NO. ¿De qué lado estuvimos, a lo largo de nuestra vida? ¿Del lado de quienes simplemente bajan la cabeza y se dejan someter, o al contrario, del lado de quienes siempre tuvieron una actitud honesta y directa, clara y firme frente a lo inaceptable? Ha pasado ya mucho tiempo desde el principio. Infancia y juventud, edad madura. Todo lo veo en perspectiva. Ahora veo una luz que brilla como al comienzo, y que nunca dejó de brillar entre medio. Me agarro de esa permanencia, que mi fe sitúa en el campo en que convergen la confianza en mí mismo y en la comunidad, en el futuro.

Mis valores. Sin eso no somos nada. Seríamos mero juguete en medio de las circunstancias. Una hoja al viento. Hoja al viento soy cuando quiero y si es que quiero. Pero soy yo quien decide. Me dejo llevar por el amor. Pero esto es como andar de la mano con la fuerza que mueve y sostiene al mundo. El amor da trabajo. El amor impone tareas. No son tareas forzadas, pero hay que actuar. Hay que decidir por dónde ir, e ir por allí cueste lo que cueste. No hay una actitud pasiva frente al mal. Al mal se lo enfrenta con una actitud decidida y clara en favor del bien y de lo justo. Entonces descubrimos que nunca estamos solos ni solas. Está con nosotros y nosotras una fuerza invencible. Es la que hace girar los planetas y salir el sol todas las mañanas. Como es un tiempo muy confuso, me esfuerzo en ser claro.

El restablecimiento de la democracia en Brasil me devuelve la seguridad que necesito para seguir adelante. Bajo el miedo y las amenazas de muerte es muy malo vivir. La vida se agazapa. Es mejor que haya orden. Respeto a la ley. Andar por la calle con más confianza. Ya se anuncia el desarmamento de la población. Es mejor sin armas. Con libros. Libros que nos muestran que la vida no empezó cuando yo nací ni cuando vos naciste. Había vida desde mucho antes, y es preciso saber, es preciso estudiar, es preciso trabajar para ser gente. No basta nacer para ser humano o humana. Tenemos que hacernos.

Un “presidente” que insultó y violó todos los principios y valores no sólo de Brasil sino de la humanidad, huyó dejando un saldo de muertes y miseria. Empieza otro tiempo. Los tiempos son cortos, esto aprendí. Duran fracciones de segundo. Es la puerta estrecha de que habla el evangelio. Es por donde podemos ir. Es por donde hay que ir.

Memoria y consciencia

¿Libros o armas?

¿Qué libros, qué armas?

Otra vez la disyuntiva

Brasil vuelve a la normalidad democrática

La delincuencia política institucionalizada se retira

La delincuencia civil deberá también ser objeto de una acción transformadora

No basta la información

La conciencia no es meramente intelectual

No cambiamos solamente porque leímos este o aquél libro

Hay libros que liberan, sí

Y hay también libros que enloquecen

Hay quienes tienen una verdadera biblioteca en la cabeza

Saben de todo, pueden argumentar a favor y en contra de lo que sea

Pero no aman. No tienen amor en el corazón. Son incapaces de extenderle la mano a quien lo necesita

No pueden salir de la prisión de sus propias ideas, que ni siquiera le pertenecen, muchas veces

Esto ya pasó. Yo no estoy hablando de abstracciones

Otra vez un gobierno de reconstrucción social y nacional se prepara para deshacer la obra perversa de lo que se destruyó en estos últimos 10 años

Hay que hacerlo. La gente tiene que comer. Tienen que tener empleo, educación, salud, casa, deporte, transporte, arte y cultura

Sin dudas. Perfectamente

Pero tenemos que tener algo que solamente podemos construir si tenemos realmente una vocación humana

¿Por qué me levanto a estas horas a decir estas cosas?

Todo el mundo duerme

Entonces hay una posibilidad

Hay una perspectiva de que juntas y juntos podamos ganarle al reloj

Hacer algo que justifique nuestras vidas

Darle una manito a quien pueda estar a nuestro lado precisando de una palabra de apoyo

Un trabajo solidario

Hacer algo con nuestros familiares y vecinos, con la gente del barrio, de la escuela, de donde sea

Salir de la cápsula donde nos fueron y nos fuimos metiendo y salir al mundo

Volver a vivir

No fue tanto a pandemia que nos encerró en las cárceles del miedo

Es más bien una cultura capitalista –sí, no le tengan miedo a las palabras—que nos roba la vida y el tiempo

Tenemos tiempo para todo menos para escuchar a quien está al lado, junto, en casa, en la casa vecina

Nos metieron en la cabeza que hay enemigos y enemigas por todas partes

Es el arte de romper la solidaridad para vender miedo

El miedo es guerra

Pero yo quiero paz

No quiero que maten a quienes matan.

Quiero apenas que me dejen en paz.

Sigan con sus shows si les place

Yo tengo poco tiempo y ya se me va yendo

No voy a perder ni mi conciencia ni mi sensibilidad, que están acopladas, trabajan juntas

Déjenme con mis libros y mis poemas, y esta mi manera de andar por ahí construyendo sueños

Sigo con lo mismo de siempre. Inclusión social. Liberación de la persona en comunidad

No son propuestas de algún partido sino metas de movimientos sociales

Gente que se mueve para ganarle al reloj.

Consciencia es la posibilidad de hacer diferente.

Dejar de vivir mecánicamente y venir del todo al presente, que es todo lo que tenemos.

Trayectoria

Yo no sé si cuando esta nota vea la luz, Brasil habrá vuelto a ser una república democrática constitucional. Tal vez sea una esperanza desmedida. Sin duda es un legítimo deseo, después del largo período de destrucción minuciosa de la ciudadanía, los derechos humanos, sociales, laborales, la cultura, la convivencia, el arte, que culminó con la elección fraudulenta que puso en la presidencia del país un criminal de lesa humanidad.
Esta operación macabra fue ejecutada por la prensa venal, la policía transformada en policía política, al servicio de la persecución contra Lula y el PT, y una masa descalificada movida por el odio, el prejuicio, la ignorancia, la desinformación, la falta de cualquier vestigio de humanidad. Obviamente un legislativo y judicial totalmente alineados con un proyecto de destrucción de Brasil y su pueblo.
Comenzó junio con movilizaciones masivas a lo largo y a lo ancho del país. La juventud, las mujeres, el movimento negro, el movimento sindical, la oposición política de izquierda, juristas democráticos, cientistas, artistas, movilizadores culturales, etc, de pie desafiando la pandemia tanto cuanto la represión policial incentivada por el delincuente que ocupa la presidencia de la república. Exigiendo el retorno de la democracia y el fin del genocidio.
Memorias llaman memorias. En junio de 1976, otro régimen ilegal y genocida, encabezado por Videla y con la complicidad de vastos sectores civiles, empresariales y eclesiásticos, expulsaba de la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza, Argentina, a la casi totalidad de los alumnos y alumnas de la carrera de sociología, bajo la acusación de “subversivos”. No hubo proceso, juicio, defensa. Solamente hubo un castigo, una penalidad.
En aquella época, la rotulación de subversivo era un peludio de la muerte, tortura, secuestro y desaparición de la persona. Me tocó ese destino. No cometí ningún delito, no soy culpable de nada. No sé si la delincuencia universitaria servil a la dictadura pagó por su delito. No creo. La impunidad parece ser la regla en estos casos. Hubo actos de reparación moral muchos años después, que honran a la Universidad Nacional de Cuyo.
La herida, sin embargo, tuvo que ser curada más allá de acciones burocráticas o administrativas. Fui reparado por la propia ciudadanía, en Mendoza y aquí en Brasil. La gente sabe quién soy. Yo no cambié de lado, no fingí ser lo que no era. Sigo siendo el mismo que fui antes, después y ahora.
La mentira tiene piernas cortas. La delincuencia de 1976 fue juzgada como deberá serlo la delincuencia que en Brasil atropelló todos los derechos elementales de la humanidad y la ciudadanía. Cuando un pueblo pierde el miedo y se pone de pie, chau totalitarismo. En algún momento la gente despierta, y prefiere la vida.