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Presente

Yo puedo estar aquí. Siento que puedo estar aquí. Estar aquí es estar en mi cuerpo. Me doy cuenta de que mis dolores lumbares tienen que ver con sobre-exigencia.

No necesito violentarme. No necesito forzarme a hacer cosas todo el tiempo. No tengo que forzar nada. No hay nada que yo deba forzar. Ni en mí ni en las personas a mi alrededor.

Me doy cuenta de que en el pasado tuve estos mismos dolores y relajé. Relajé cuando ví que el pueblo argentino exigía justicia (1996).

El genocidio fue juzgado y sus ejecutores castigados. No sólo militares sino también civiles fueron juzgados y condenados. Hoy ya han pasado muchos años desde esas jornadas. Se hizo justicia.

Yo no preciso forzarme a nada. Lo repito porque esta es la sensación y el foco. Yo puedo estar aquí. No hice nada malo. No soy culpable de nada. Fui absuelto por la comunidad. Mi cuerpo sabe que puedo estar aquí.

Puedo disfrutar de la vida. Esto es concreto. Tengo derecho a ser feliz. Comprendo que personas que no pasaron por la violencia del estado terrorista no tengan la menor idea de lo que fue eso.

Eso no les da derecho, sin embargo, a decir cómo deberíamos sentirnos o cómo deberíamos actuar quienes enfrentamos a la dictadura. Me costó mucho poder entender lo que pasó.

Cómo fue que sucedió todo aquello. Entre el miedo y la mentira se generó mucha confusión. Estudié documentos e investigaciones (CIDH-OEA, OPAS-OMS, CONADEP) hasta comprender que fue de hecho un genocidio.

Hubo campos de concentración. La tortura, el secuestro y la desaparición de personas fue política del estado terrorista implantado por Videla.

Esto no se olvida porque alguien que no tiene la menor idea de lo que pasó ni de lo que está diciendo, diga: eso ya pasó. Si pasó o no pasó lo sé yo, que lo pasé. Ahora siento que sí, está pasando. Ya pasó. Ya pasó.

Ahora sí puedo decirle a mi cuerpo y saber: ya pasó. Ya pasó y va a pasar hasta no ser más nada. O talvez sólo un mal recuerdo.

El recuerdo de un tiempo en que una parte de los argentinos practicó crímenes contra la humanidad contra su propio pueblo. Fue mejor mirar ese pasado. Ahora el presente vuelve para mí con una cualidad tierna y suave.

Hacía tiempo que no tenía esta sensación. Vienen también los buenos recuerdos. Detalladamente vuelven las memorias todas de mi vida. Es mejor estar aquí. Ahora puedo estar aquí. Estoy aquí. En mi cuerpo. Otra vez.

Esta sensación la tuve en varios momentos de mi vida. Me doy cuenta de que el pensamiento y las palabras no son capaces de contener lo que existe. Es necesario el sentimiento para que la presencia se efective.

Las palabras vacías, dichas sin sentido, hieren. Son golpes sobre las heridas. Es mejor no decir nada, cuando no hay nada que decir. Ahora me quedaría escribiendo sin parar. Rehacer todos los pasos que me trajeron hasta aquí.

Toda mi historia es mía. Todas las muertes que me dolieron, una a una, las mías y las cercanas. Ahora creo que si la muerte me viene a buscar, no tendré miedo. Yo ya no estuve, entonces temía. Ahora que estoy, no tengo miedo.

Agradezco a cada persona que me acogió sin juzgar, desde el corazón. Siento que conmigo vuelven también tantas otras pesonas que pasaron por situaciones similares.

Este es un sistema de exclusión. Yo estuve afuera, ahora vuelvo. Es tan tenue estar o no estar. Aparentemente todo está igual, pero no es lo mismo desde adentro.

Virtualmente

Las personas se siguen encontrando. Han cambiado los modos pero los encuentros se siguen produciendo. Seguimos necesitándonos mutuamente. El afecto sigue siendo la motivación principal para ir al encuentro.

Saber que tenemos un lugar. Ocuparlo es seguir viviendo. Escribir es una manera de ocupar un lugar. Conversar, escuchar. Todo esto sucede en los encuentros virtuales. Los sentimientos se potencializan. El hecho de que la muerte ande rondando, probablemente ayude a intensificar la presencia.

Prestamos más atención. Sabemos que esa persona querida que vemos en la pantalla o escuchamos en un audio o leemos en un mensajito de whatsapp está allí o allí estuvo. Dejó algo de sí. La existencia se hace más real, aunque esto pueda parecer paradójico.

Pensar en la muerte deja de ser algo tan asustador. Escuchar cómo lo viven otras personas es muy sanador. Esperar el fin del confinamento es más que esperar la vuelta a una “normalidad” que nos estaba matando. Es saber que podemos empezar otra vez. Siempre es tiempo de saber que podemos intentar otra vez. El tiempo sigue pasando. ¿Estaré presente?

Dirección y sentido

El hecho de tener a disposición este espacio de comunicación, crea el agradable placer de sentir que puedo venir aquí a encontrarme con gente. Este ejercicio saludable ha ido mostrándome que no estoy solo. Hay gente por ahí que se identifica con lo que escribo. Sentimos parecido. Tenemos visiones de mundo o historias de vida que nos asemejan.

Creo que esta necesidad de ser parte, formar parte, es tal vez la más fuerte no sólo en mí, sino en la gente en general. Necesitamos pertenecer. Hay todo un movimiento contrario a esta necesidad esencial del ser humano. Movimientos contra la comunidad, contra el compartir, contra el entendimiento, contra la comunicación, contra la ciencia, contra la convivencia.

Tenemos que aprender a coexistir con lo contrario, con quien se nos opone. En otros tiempos ese tipo de gente tenía tal vez un poco de vergüenza, alguna conciencia por poca que fuera, de su bajeza moral, de su escaso desarrollo humano. Hoy al contrario, han ganado aires de no sé qué, y proclaman su aversión a todo lo que es humano, como si no pertenecieran a nuestra especie.

En algún sentido tienen razón. Ser humano da trabajo. Es un trabajo consistente, arduo, continuo. Comprende educación, arte, ciencia, cultura, música, lectura, poesía, baile. Si no nos damos este trabajo, vencerá nuestra peor parte. Es una cuestión de elección. No estoy hablando de cosas abstractas. Es lo que veo y pude ir viendo a lo largo de mi vida, hasta los días actuales.

Si en otros tiempos, la educación era una puerta indiscutible para la construcción humana ciudadana, esta puerta parece haberse disuelto bajo un montón de influencias que confunden y engañan. Las “fake news”, la mentira, la difamación, echan por tierra aquello que deberíamos defender como el bien común más precioso. La reputación de una persona.

La confianza en un ideal de vida aceptable y justo. Todo se desvanece en una especie de gelatina que el tango argentino “Cambalache” retrata tan bien. No me canso de repetir lo mismo una y otra vez. No hay tiempo que perder. La vida se va yendo y de pronto se acaba. Tal vez una de las más memorables herencias que yo haya recibido de mis padres, haya sido esa noción de vivir integradamente.

Actuar según valores superiores, que independen de dinero o clase social, status. Hoy puedo decir que no deja de alarmarme cómo la humanidad o buena parte de ella, deslizó hacia estados de subhumanidad en buena medida por el consumismo, el individualismo, la pereza mental que lleva a no estudiar, no investigar, no buscar la realidad. No queiro terminar sin una nota de esperanza.

El Encuentro de Movimientos Populares con el Vaticano, realizado en octubre, y otro evento también virtual, llamado “Economía de Francisco”, involucrando economistas jóvenes de todo el mundo, enfatizan la importancia del sector informal de la economía. La necesidad de substituir el capitalismo por un sistema centrado en la persona, la comunidad y la naturaleza,

Mi lugar

Hago cosas que me gustan.

Salgo a dar una vuelta como para ver si el mundo está ahí.

Tengo un lugar en el mundo.

Las veredas por donde ando.

Las personas que voy encontrando.

Una sonrisa, una mirada, una palabra

Es suficiente para saber que está todo bien.

El otro mundo, el lejano, el que acabamos incorporando a fuerza de insistencia de la TV y redes sociales, no debe superponerse al punto que yo pierda mi lugar.

Mi lugar es mínimo

Entre los papeles que realizo

El papel de yo mismo es prioritario.

Identidad

Soy un color antiguo y eterno

Color amarillo

Me veo en el cielo y en mi cuarto

Y adentro mío cuando oro

Permanencia

Nada es tan mío

Como ese espacio mínimo

Apenas perceptible

Entre las hojas.

Vengo a este lugar tan diminuto

Donde se esconden las memorias de mi infancia

Libros de cuentos que mi madre nos leía

Hojas de malvones y de cosmos en el patio.

En el medio de toda esta bibliografía de los días

Las horas arduas de los sueños compartidos

Personales y más que personales.

Poemas son historia, son filosofía, son memoria, son religiones

Una humanidad que se recorre y se recuerda

Se descubre cada vez que pierde su propio rastro

Los días de hoy se miran perplejos en un espejo sin reflejos

Como si el tiempo inmemorial inexistiera antes de estos días vanos

La tecnología al comando

Pero el cuerpo y el respirar y el toque del pie en el piso

Siguen siendo la medida de todas las cosas

Todas las cosas, sí

Hasta el Dios benigno, amoroso y justo

Que me espera allá al final del camino sin fin

Más allá del sentido o sinsentido que estas palabras puedan tener

El sólo hecho de dejarlas venir ya me cura

Me sana del vértigo alienante y atroz que me rodea

Me repone en el único lugar seguro, inexpugnable

Donde nace mi aliento

Tesoros

Paso de un libro al otro

Entre cada lectura, el tiempo se junta

Y yo me junto en esta reunión de tiempos.

La tarde se va yendo

Y el día que nos regaló el canto singular del pájaro

Ahora busca resumirse en la serena quietud que precede a la noche.

La conversación con un amigo

El amor de María

Ahora son como que el sello que me recuerda de qué estoy hecho

Qué es lo fundamental.

Familia, amistad, amor, fé

Arte, creatividad, literatura, poesía, vino, belleza

Acepto humildemente ser cuidado

La necesidad de descansar

Relajar la autoexigencia

Tortura nunca más

Si el amor es una frecuencia que Dios habita y donde habito

Nada más necesito y agradezco tener aquello que no muere

Unas hojas, unas letras, los colores, el sol que se va

Unas flores que se asoman a la tela

La vida simple que trato de vivir

Respiro y el aire me deja recuerdo de eternidad

 

Asamblea de yos

Una asamblea reuniría y organizaría

Todos mis yos

Toda mi realidad

Todo esto que soy

Esta multitud que va y viene

Los incontables Rolandos que fueron naciendo y siguen naciendo unos de los otros

Las hojas todas

Los caminos

Las esperanzas y los sueños

Que fui capaz de generar y mantener a lo largo de mi vida

Toda esta variabilidad contínua y permanente

Toda esta diversidad

Esta multiplicidad y pluralidad

Modos y maneras

Hojas y letras

Colores y canciones

Sentimientos

iOh, sí! iSentimientos!

Son más que yo

Más que la suma de las partes

Esa agua que corre y se evapora

Da vueltas y para, descansa y sigue

Ahora se reúne

Finalmente se reencuentra

Perdonándome por no haber sido lo que no era

Permitiéndome apenas ser yo

El que conseguí rescatar de todas las destrucciones

Dejando de cargar pesos y culpas

Deudas ajenas

No son mías, no debo nada.

No viví por nada

Le puse corazón a todos mis empeños

Si vencí o fui derrotado

Dependió de tantas cosas

No canto victoria

Sino al final

Cara a cara con Dios y con mi historia.

No fue una vida en vano.

Honré mis orígenes, tengo certeza

La casa de piso de barro y adobes

Los bordes por donde anduve y ando todavía

Hasta verme ahora al final del camino

(Pero el camino no tiene fin)

Reunido

Unificado al fin

Contento y feliz

No sé si este es un poema bueno o malo

Es el que pude nacer esta tarde noche

Familia fe esperanza arte poesía justicia paz música colores es mi mundo

Son mis mundos

Soy ese mundo ese universo verso reverso

Inverso

Invierto lo que estaba dado vuelta

Así me reorganizo

Asamblea de yos.

 

 

 

 

Dirección y sentido

Entiendo que el mundo capitalista viva de la guerra y para la guerra. Que su foco sea la explotación, la exclusión. Que su dios sea el dinero. Que la vida le sirva solamente como objeto, cosa que se usa y se descata. Entiendo todo esto.

Entiendo también que mis valores, mis decisiones, mis principios, son diamentralmente opuestos a estos. No basta nacer para ser humanos, humanas. Hay que hacerse. El sistema capitalista destruye o intenta destruir la vida desde el vamos. Sin embargo hay un instinto de supervivencia que nos lleva a querer lo que es más valioso.

El amor, la familia, todo lo que el sistema amenaza. La lucha por la vida nos lleva a crear espacios a salvo de la barbarie. La solidaridad, la ayuda mutua, el reconocimiento de que nos necesitamos recíprocamente. Deshacer la alienación y el sinsentido de los cuales vive el sistema.

Creando espacios de cultivo de vínculos positivos: enraizamento, pertenecimiento. Desarrollando las artes como alternativas de rescate y refuerzo de la necesidad de significar la vida. La educación como lugar privilegiado para construcción de la persona.

He vivido desde el comienzo de mi vida en una lucha contínua contra todo lo que trató de desfigurarla. Practiqué y sigo practicando una sociología liberadora, que se entreteje con otros saberes científicos y populares. La vida es muy corta. En un instante se va. No la podemos perder andando a tontas y a locas.

Somos seres de proyecto, intencionales, constructivos. Si no seguimos esta dirección, la otra, la contraria, puede llegar a imponerse. La actual circunstancia, de confinamento, nos hace volvernos más profundamente hacia nuestro interior y a nuestro alrededor imediato. El mundo cotidiano es el terreno propicio para salvaguardar lo más precioso.