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Tributo al padre Jorge Contreras: el inolvidable cura tercermundista de los pobres y los reos (Silvina Agüero)

En una entrevista concedida en su modesta casita de la parroquia del barrio la Gloria en Godoy Cruz, una mañana de la primavera del año 2006, el alguna vez llamado “cura zurdo y fracasado” por los militares de nuestra última y más sangrienta dictadura militar, nos abrió las puertas de su vida y de su corazón.

Son las 8:30 de la mañana de un lunes feriado de primavera y él me espera con mate, medialunas recién compradas, el corazón en la mano y la sonrisa a flor de labios, dispuesto y entusiasmado para la entrevista que estaba a punto de comenzar.

-Cuénteme, padre, ¿Cómo descubrió su vocación religiosa?
-Si bien yo siempre había tenido una vida cristiana muy activa, por ejemplo, fui miembro activo de la Acción Católica, nunca había pensado en ser sacerdote… Recuerdo que tenía una relación muy cordial con el sacerdote de la parroquia de San José, pero nunca había pasado por mi mente la idea de ser sacerdote. Cuando terminé el quinto año de la Escuela Normal, me recibí de maestro y enseguida comencé a trabajar como docente. A los 18 años hice un retiro espiritual que duró una semana, con los sacerdotes jesuitas. Lideraba ese retiro un sacerdote de apellido Saravia, que se jactaba de llevarse siempre nuevas vocaciones sacerdotales. Sin embargo, cuando ese retiro terminó, nos dijo a todos los que habíamos participado en él Tengo que decirlo, todos ustedes son unos tacaños sin remedio, porque de este grupo, veo que no me llevo a nadie al seminario . Luego de eso, estuve cinco años de novio con una chica extraordinaria, dirigente de la Acción Católica; trabajaba en la UNCuyo. Pero, cuando yo estaba decidido con una propuesta definitiva ella… ¡me colgó la galleta! (Estalla en risas) ¡Mis amigos no podían creerlo! Pero de todos modos fue un quiebre doloroso que yo supe soportar muy bien; respeté su decisión, sin hacer ningún esfuerzo por recuperarla… Por entonces, yo tenía un guía espiritual, un cura muy macanudo capellán del Hospital Español llamado Jerónimo. Él siempre me bromeaba ¿Y Jorge, cuándo te decidís? Hasta que un día me dijo: Tomá, llevate esta revista española que habla sobre las vocaciones tardías . Por entonces, yo tenía 24 años y ese artículo me llegó al corazón… Me dije a mí mismo: Siempre quise formar una familia , pero la verdad es que nada me impide ser sacerdote. El impedimento que sí tenía en ese momento era que mi madre había muerto en el ´38, mi padre había quedado ciego y mi hermano estudiaba medicina en Buenos Aires. Tuve que esperar que mi hermano volviera, para no dejar a mi padre solo y ciego… En el año `55 logré entrar al seminario y me ordené sacerdote en el `68.

-¿Y cómo ha sido su vida sacerdotal, Jorge?

-Muy hermosa. Aunque también he vivido momentos muy difíciles… Recuerdo que durante la última dictadura militar yo estaba en la escuela de Servicio social de la provincia. Cuando se produce el golpe militar del `76, una de las escuelas que estaba “en la mira de los militares” era precisamente esa, porque estos afirmaban que allí se formaban y salían “guerrilleros”. Yo estaba en el área psico-social, como profesor. Había dos profesores que estaban en la lista de los condenados a muerte… Una mañana, llegué a trabajar y una de las secretarias me dijo que yo tenía que firmar una cesantía. Me negué a hacerlo y pedí una audiencia con el director y me la otorgaron. En la audiencia estaban; el director, que tenía una pistola en su pecho. Detrás de mí, estaba un suboficial de la aeronáutica con una ametralladora. Le dije al director que no firmaría la cesantía porque no venía firmada por la dirección general de escuelas. Entonces, comenzó entre ambos un diálogo muy tenso y peligroso. Me acusó de ser un sacerdote tercermundista y fracasado y me preguntó si tenía armas en mi casa. Le respondí que las únicas armas que yo había tenido en mis manos fueron cuando hice mi servicio militar. Respecto de ser un cura tercermundista le dije que sí pertenecía a ese movimiento de la Iglesia y que no me arrepentía en absoluto de serlo… Respecto de ser un sacerdote fracasado, le resalté que yo era decano de los sacerdotes de Guaymallén. También le afirmé que no me arrepentía de trabajar en los barrios más pobres, porque Jesús mismo nos invita a que hagamos eso, a vivir en la pobreza… Le dije todo esto con gran respeto y me parece que lo hice reflexionar y me sirvió para que me conociera mejor, no solo para que me tachara como el cura zurdo y nada más.

-¡Vaya, padrecito! ¡Pero qué jugada de pellejo!

-Sí, pero la situación más delicada que tuve que afrontar fue en mayo del `76. Por entonces, yo formaba parte de la Asamblea de los Derechos Humanos de Mendoza, que también integraban mujeres del partido comunista. Nos reuníamos en una sede de la calle Córdoba. Pero los militares la cerraron porque afirmaron que allí encontraron una valija repleta de propaganda subversiva. ¡Pero esa valija, la dejó el mismo ejército! –exclama. Vinieron abogados a defendernos desde Buenos Aires. Recuerdo que había maestras que pertenecían al Partido Comunista detenidas, como Marta Agüero. Le pedí a Monseñor Rey que intercediera para que los liberaran, pero no aceptó… Entonces, decidí ir yo mismo a declarar. Fue así que los liberaron… La verdad que ahora que lo pienso bien, vos tenés toda la razón; ¡fue una verdadera jugada de pellejo! – estalla en risas.

-Jorge, ¿cómo fue que usted comenzó a asistir a los internos de la cárcel de Boulogne Sur Mer?
-La vida está llena de sorpresas. Una de ellas para mí, fue precisamente cuando me llamaron para que comenzara a ir al penal. Me lo pidió Monseñor Rubeolo, hasta entonces, habían ido los jesuitas. Estuve 10 años en la cárcel, con el apoyo permanente del padre Roberto Juárez. Pero es muy sufriente la tarea en la cárcel – su rostro se ensombrece. Es muy desalentadora la labor allí, uno siente una impotencia tremenda… No se puede resocializar a nadie con el hacinamiento que vive esa gente. Recuerdo el motín vendimial, el diputado Bruni nos permitió al padre Juárez y a mí, hablar con los internos y logramos que ellos nos entregaran un documento con algunas peticiones. Fue así que pudo destrabarse aquel terrible conflicto…

-¿Y cómo fue que llegó a aquí, al barrio La Gloria?

-Fue monseñor Rubeolo que me estaba buscando una parroquia. Luego de buscar un tiempo, logré dar con esta parroquia. Claro que hubo que esperar para que edificaran esta pequeña casita que habito (muy humilde y sencilla, por cierto)

-¿Y la idea de la radio, cómo surgió?

-Surgió principalmente como un hecho cultural. Tiene un lineamiento cristiano-espiritual. Pero también es una radio comunitaria, cuyo objetivo principal es receptar la vida en el barrio, donde la comunidad barrial sea la protagonista y tenga voz. Otro objetivo importantísimo, fue intentar llegar a los más jóvenes, para tratar de alejarlos de la droga, del delito… Con la radio formamos, capacitamos gente. Además, buscamos emitir música sólo nacional y latinoamericana, descartando todo lo yanqui. Los jóvenes se han sentido muy entusiasmados con los programas elaborados especialmente para ellos, participan. Se apela también a la solidaridad. Otra de las experiencias maravillosas que hemos podido consolidar en este barrio, es la conformación de la murga “Los gloriosos”, la que ha tenido presentaciones incluso en países del exterior. Lo que intentamos aquí es rescatar valores humanos perdidos, para que ya no haya más jóvenes que terminen muertos en la calle o en la cárcel. La verdad, es que nuestra pequeña radio comunitaria asumió siempre las problemáticas sociales del barrio.

Así fueron las palabras de aquel hombre, hoy añorado por gran parte de la sociedad mendocina. Un hombre sencillo y cálido, sumamente comprometido con la sociedad que lo vio nacer y con su tiempo. Fue, es y será por siempre el padre Jorge Contreras, el curita bueno de los pobres y de los olvidados y excluidos de la sociedad.

http://la5tapatanet.blogspot.com/2011/12/tributo-al-padre-jorge-contreras-el.html