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Sensaciones placenteras

Me permito disfrutar

Empezar el día sintiendo placer

La luz del cielo y el sol

El amor

El cariño

Los abrazos.

Decir que no a lo inaceptable

Trabajo voluntario exige respeto

No es trabajo esclavo

El recuerdo vivo de los días pasados en Ocas do Índio.

Me pongo en primer lugar

Me anido en mí mismo.

Ando por el jardín, en medio de las flores.

Esto de anidarme en mí mismo es crucial.

Es buscar el placer de ser yo

El placer de estar en mí.

Mi paciencia tiene límites

No llegué aquí diciendo que sí a todo.

Quien mucho hizo tiene derecho a descansar

Ver los frutos y disfrutar.

Sentido de los límites

¿Qué hago? ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué sentido tiene que yo esté aquí? Estas preguntas me las hago para evitar la acción desconexa. Me integra cuando me alineo con los ejes de mi vivir.

Estaba el sábado pasado en el sitio São João, en Campina Grande. Música a todo volúmen. Me dije a mí mismo que yo no estaba allí para escuchar música a todo volúmen, ni para incomodarme por ella. Estaba por otro motivo.

Sabía cuál era el motivo. Entonces me puse a mirar el baile de una quadrilha. Me dí cuenta de que era algo significativo. Esa gente estaba bailando movida por algo que contagiaba. Los movimientos tenían una rara belleza.

Me absorbí de tal manera que me sorprendí. Veía las caras, los colores de los vestidos, los trajes. Me llené de alegría. Estábamos hospedados en casa de una familia amiga. Gente atenta. Amigable. Reconforta estar en mundos así. Seguiría contando cosas que me integran.

Saber que es el amor lo que me anida. Es algo definido y determinado. Puedo confiar. No necesito violentarme. Al contrario, puedo fluir, y fluyo. No necesito forzarme más allá de mis límites. Siempre admiré el poema “Límites,” de Jorge Luis Borges.

Hoy me toca habitarlos. La edad me ayuda. El trayecto recorrido también. Puedo superar los límites cuando es necesario, pero no me impongo vivir al límite. La vida ya es un límite. Es un borde. Allí encontré y sigo encontrando Jesús. Agradezco el amor que me acoge y envuelve.

La confianza no me hace omnipotente, más bien al contrario, me ayuda a aceptar humildemente mi condición. Por ahí cuesta, porque parece que nos implantan lo ilimitado, o no sé si es parte de la condición humana creer que podemos estar en todas partes.

Pero el hecho de que pueda ir aprendiendo a vivir dentro de mis límites, me alivia. Me tranquiliza. El camino se hace placentero. Un color que ví esta tarde me trajo esa sensación de paz y placer. No sé si era un lila, azul cobalto o magenta.

Sé el efecto que me trajo, y que vuelve ahora. Tranquilidad, paz, placer, serenidad. Sensaciones afines. Sentimiento y sentido. Todo converge. La limitación se hace camino de integración.

Foto: Jorge Luis Borges

Punto culminante

No poder dormir. Tos. Gripe. Esas cosas. ¿A quién no le pasó ya alguna vez esto? No es una pregunta retórica. Es que realmente me gustaría saber qué hacen cuando esto les pasa.

Escribir en una revista es una responsabilidad. No es largar cualquier cosa y ya está. Hay un propósito a alcanzar. Hay una finalidad. Educar. Venir a flote. Ocupar un lugar.

Algo de desconfianza hay. La normalización en marcha en Brasil se sigue llevando adelante en medio de un clima un poco enrarecido.

En todo caso, ayer llegué a mi punto culminante, y lo estoy festejando aquí con las lectoras y lectores. ¿Quién es que no tiene que vérselas con las limitaciones que el tiempo impone?

A todos y todas nos pasa. La edad va trayendo cambios a los cuales inevitablemente nos vamos a tener que ir acostumbrando. Limitaciones.

Lula tiene ya sus 77 años bien cumplidos, y le da al trabajo sin tregua. Podemos espejarnos en alguien así. Acá abajo, las cosas siguen un ritmo diferente.

Llegan los ecos de lo que sucede en las esferas políticas del estado. Pero nos toca una tarea de hormiguitas. Tratar de darle sentido al estar vivos, vivas.

Bien mejor en el clima de redemocratización en marcha. ¿Cuál es el punto culminante del que les hablaba antes?

Algo muy simple. Me reconocí y me admiré. Supe quién soy y tuve orgullo de mí. Esto es lo que me gustaría conversar con ustedes.

Cuéntenme su experiencia. Conversemos aquí sobre nosotros mismos, mismas. Todavía no me manejo bien con el lenguaje inclusivo o incluyente. Cuando, cómo y dónde usarlo. Sobre todo el cómo.

Em mim

A delinquência no poder é sempre lamentável.

Ainda bem que o eleitorado brasileiro decidiu voltar para a democracia.

A ignorância é sempre lamentável.

Ignorante não tem pior do que aquele que acha que sabe de tudo.

Saber o que ignoro, é algo que preciso aprender constantemente

O presente é passado consolidado

É uma reunião de tempo

A menos que eu esteja atento

Poderei estar perdendo o único tempo que tenho

Habitar os limites

Esta é a tarefa que me toca

Ninguém gosta de limites

Mas sem limites hão há humanidade

Teremos aprendido a lição?

Na idade que tenho

Habitar os limites é uma aventura cotidiana

Redescobrir o que posso e o que não posso

Não para me fechar numa auto-lamentação

Mas, ao contrário

Para potenciar ao máximo o fato de estar vivo

A minha história me abraça e me envolve

Me enraizei no tempo e no espaço

Em mim.

Un día pleno

Ir a la academia por la mañana. La vista de la calle del barrio por la ventana. Un portal de garage cubierto de tejas rojas.

Regar las plantas. El clarín de guerra que viene subiendo. El limonero. El naranjo. La acerola. Sentir el agua en la tiera.

Las tareas de casa. Lavar vajilla. Guardar ropa extendida.

Un poemita que escribí, sobre la última frontera, o tarea: amarme a mí mismo.

Pagar la cuota del departamento en construcción.

Ver las rosas-chinas (papoulas) rojas, preciosas, y el jazmín del cielo.

Escribirle a una amiga escritora argentina.

No quieran normatizar la poesía.

Ya no sería mía

Si el arte tiene algo valioso, es la originalidad.

Ahora ya he enumerado los hechos del día. El día prosigue. Me ha quedado grande.

Pude haber llegado a creer que andaba con poca energía, pero al ver lo hecho, veo que no, que estoy en forma.

Basta desconectar el exijómetro y el juez implacable. Entonces la vida cabe.

Mejor ver que pensar.

Pensar hay veces que invierte todo.

Me pongo a mi favor. Los bordes me contienen y me guardan. Cuestión de perspectiva.

Sociedad suicidógena

Mátese para vivir.

Este mensaje está explícito y también implícito en la programación de base de la sociedad en que vivimos. Hay una presión hacia lo imposible. Haga más de lo que su cuerpo permite. Compre más de lo que necesite. Exija lo imposible.

Y para peor, la presión viene por derecha tanto como por izquierda. Trabaje más de lo necesario. Ame exageradamente. Sea lo que no puede ser. Sea perfecta o perfecto. No se canse, siga hasta no dar más. El resultado de esto no puede sorprendernos.

Esta mañana casi me despido de este bello mundo, por tratar de manejar dormido, yendo a una reunión en que una colega iba a presentar su libro sobre herencia transgeneracional. Yo sabía que no estaba despierto del todo.

Lo sabía porque acostumbro demorar bastante hasta despertar. Y esta vez salí de casa sin estar del todo aquí. Casi que un camión me lleva puesto. Reflejos lentos por supuesto. Por un milagro. Lo que trato de recuperar ahora, es un aprendizaje que me saque de esa vorágine, de esa presión. No necesito atender a tantas exigencias. Estar presente en todas partes es un don que solo a Dios compete.

Tengo mis escritos

¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que tengo un lugar para mí. Al margen de las fluctuaciones de la gente que me quiere y que muchas veces exige demasiado de mí. Al margen también de mis propias variaciones de ánimo y de disposición.  Tengo mis escritos. Ese es mi lugar, hecho de algunas o muchas frases con las cuales he ido tejiendo mi nido, el lugar que habito, mi casa interior.  Es un espacio más permanente y sólido, en medio de las vicisitudes de la vida. Más allá de las obligaciones, del desamparo que muchas veces siento, esa sensación de no tener un lugar adonde ir, de no tener un lugar en el mundo, en la vida.  Yo soy el lugar donde quiero estar, donde debo estar, donde puedo estar. La gente tiene sus obligaciones, como yo tengo las mías, y nadie puede estar tan a disposición de los demás, que no pueda decir que no. Siempre se puede decir que no. Y muchas veces nos dicen  que no, así como decimos que no.
Si no le puedo decir que no a un amigo, no sé si es un amigo. Talvez sea alguien que espera demasiado de mí. Pero yo no debo tener tantas obligaciones con nadie, al punto que no pueda ser yo, que no pueda respirar, que no pueda tener mi propio espacio, mi propio lugar. Por eso tengo mis escritos. En ellos me he ido recuperando, me voy teniendo de vuelta. Mucha gente se ha ido viendo en ellos, y se siguen viendo en ellos. Pero no escribo tanto para los demás, como para mí msimo, si bien que hay un ir y venir, hay una reciprocidad. No existo sin los demás, ni nadie existe sin sus prójimos. Es la medida, la difícil y justa medida, lo que tengo que alcanzar.