Tratar de enumerar el aprendizaje obtenido en estos meses de rondas virtuales de Terapia Comunitaria Integrativa es un ejercicio necesario. Lo he venido haciendo en anotaciones y diálogos que ahora trataré de resumir.
Me expreso con más facilidad oralmente. No tengo miedo de escuchar cosas que no debería oír. Disfruto más del encuentro con personas. No creo que deba decir yo cosas tan importantes o trascendentales: se trata más bien de conversar sobre mi propia vida.
El presente se viene presentando de manera más concreta y compacta. El instante es más pleno. Estoy más presente. El pasado que me pesaba dejó de triturarme. Yo no fuí culpable sino inocente.
La libertad no es todo. La plenitud es más importante. El pertenecer a un coletivo de alfabetización emocional, donde se rompen las prisiones y disminuyen las presiones, me alegra y fortalece.
Lo interno y lo inmediato, la vida vivida, mis recursos personales, familiares y culturales, ganan relevancia frente a lo distante y mediado. La vida próxima y propia es más procesable que la que viene impuesta desde los medios de dominación y manipulación.
Me amo y me acepto. Me perdono. No busco una perfección inalcanzable. Mi fragilidad no es algo que yo debería superar como si fuera una enfermedad o una falla: al contrario, es la fuente de mi fuerza mayor.
Mi río interno es lo que me une a mí mismo y a la gente, al mundo alrededor. Al dejar de luchar contra mí mismo, disfruto de una paz que es poderosa. Abre todas las puertas. Y lo que es más importante: me deja en un estado de integración.
Ya no creo que mi pasado debería haber sido diferente. El sufrimiento me potenció para una vida que se parece mucho a la de quienes me rodean. No hay florecimiento sin lluvia. El mundo vino una vez más en mi dirección.
Un colectivo en marcha, de gente que se viene priorizando, que se estudia a sí misma y aprende a resignificar lo vivido, es una fuerza poderosa de amor, justicia y paz. Cuando disminuye la violencia interna nos vinculamos más positivamente con las demás personas.
Dejamos de centrarnos tanto en la crítica a lo que está mal o no es como debería. Ponemos nuestra energía en proyectos y atividades constructivas. La creación artística, trabajos manuales, acciones solidarias, promoción de la vida en su diversidad infinita
Revalorizamos la palabra, tan preciosa, liberándola de los usos perversos que le son impuestos desde el ingenio del odio. La ignorancia y la alienación se van desvaneciendo. Vuelve la vida. La vida está siempre volviendo.
Doutor em sociologia (USP). Terapeuta Comunitário. Escritor. Membro do MISC-PB Movimento Integrado de Saúde Comunitária da Paraíba. Autor de “Max Weber: ciência e valores” (São Paulo: Cortez Editora, 2001. Publicado em espanhol pela Editora Homo Sapiens. Buenos Aires, 2005), Mosaico (João Pessoa: Editora da UFPB, 2003), Resurrección, (2009). Vários dos meus livros estão disponíveis on line gratuitamente: https://consciencia.net/mis-libros-on-line-meus-livros/