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Caminos de luz

Ya se escucha el canto de las aves
El día está comenzando.
Mañana será otro día
Ahora es esto
Estas horas que empiezan a transcurrir
Dejo el resto, lo que no es mío
Y simplemente vivo
Agradecido
Este instante de valor sin igual.
Vienen los recuerdos de anoche.
Acogimiento, acoger
Ser parte, formar parte
Seguir los caminos de luz que
Si prestamos bien mucha atención
Nos llevan a todas partes.
Todo cambia y yo también voy cambiando
Juntando lo mejor que voy encontrando.
El tiempo es ahora
Esta hora que se asoma mientras el mundo despierta.

Ilustración: “Tejido del universo”

¿Qué es lo que permanece?

La certeza de saber que puedo enfrentar victoriosamente cualquier circunstancia

La confianza en saber que soy digno de amor y de respeto, que merezco placer, alegría y descanso

El saber que conté con mi familia siempre, aunque no siempre tuve la conciencia de esto

Las personas aman del modo como lo hacen, no como esperamos que lo hagan

Anidarme hoy en la persona que soy y tener orgullo de ser así, así como soy

Mi soledad era fruto de un extrañamiento que pongo lejos cada vez que aparece, y que nace de una cultura de la despersonalización y alienación

Soy naturalmente valioso por mis cualidades, que superan todas mis eventuales no diré deficiencias, pero sí defectos.

Habilitar la vida eterna

Habilitar la vida eterna. El tiempo ininterrupto.

Ver las aves sobre los cables en frente del departamento donde vivo, en su movimiento. Salir a buscar las otras bellezas que animan y alegran la vida. Un día es todos los días uno a uno, en una colección interminable que, sin embargo, tiene un fin. No me queda otra cosa que habitar esta casa, este lugar móvil que soy. Me nutro de la conexión con gente en movimiento.

Así me voy anidando en la existencia mayor que, para mí, está más bien a mi alcance. Lo demás, lo que no es esto, es adentrarse en una sucesión de penas infinitas. Voy preservando y ejerciendo mi identidad, mi manera única de ser y de estar en el mundo. Ser parte y formar parte es lo que me es posible.

Foto: Mundo Educação-UOL

Presente

Todo fue demasiado rápido

A veces me parece que sigue siendo tan rápido que casi no consigo alcanzar

Pero hay cosas que siguen en su ritmo lento, anterior, casi parado

Juntando mis tiempos, todo lo vivido hasta ahora

Me doy cuenta de que puede ser una cuestión de encuadernación

Poéticamente recojo lo que puedo, lo que queda

Es una lectura antigua y actual.

Y si te estás preguntando adónde quiero llegar

Es hasta aquí donde estoy.

Ando por la calle y veo a la gente yendo y viniendo

Y a mí también yendo y viniendo

Más contento

Viendo mejor

Más reconciliado porque más reunido conmigo mismo.

Mientras yo iba llegando y sigo llegando

De pronto muchas veces alrededor la gente está ausente o casi del todo ausente

Esto provoca situaciones graciosas

Puedo jugar y juego

Ando y paso y me río y disfruto

Esto es lo mío y seguirá siendo hasta después que se ponga el sol

Que sale todos los días.

Experiencias de ayer y de hoy

No solamente tenemos experiencia a partir de lo que aprendimos en el pasado, sino también con lo que vamos experimentando ahora, en el tiempo actual.

Esto que puede parecer tan obvio, no lo es.

Cuando me circunscribo a lo que sé a partir de la experiencia pasada, puedo quedarme aprisionado a un tipo de vida repetitiva. Así fue, así será.

Cuando, al contrario, me atengo a lo que voy experimentando en el tiempo presente, entra aire nuevo. Me renuevo. Veo que puedo dar un paso más. Ir un poco más lejos. Hacer diferente.

Una y otra experiencia traen aquél tipo de saber que unifica la vida. Recomponen la unidad de los tiempos. Rehacen el sentido del vivir, rescatándolo de la mera ausencia de quien vive ajeno a todo y a todas las personas, meramente pasando o estando, el(la) alienado(a) que hace lo que le dicen que haga o lo que siempre hizo, o lo que cree que debe hacer sin preguntarse por qué o para qué.

Comparto estas anotaciones por el sentimiento que tengo de que aquella vida unificada que nos es posible al abrirnos a lo nuevo, puede y debe hacérsenos accesible a partir de simples hechos cotidianos. Dejar un lugar para lo imprevisto, la sorpresa, lo inesperado. Dejar que de en medio de lo ya sabido, llegue lo que no sabíamos, lo que aún desconocemos, lo que nos instala en un tiempo nuevo.

No se trata de oponer sino de integrar y sumar. Al final, podemos y debemos admitir que la vida sigue, no para. Así vamos teniendo experiencia de confianza y eternidad. Somos más de lo que creíamos. Y aunque en algún momento podamos haber llegado a sentir que ya no había más horizonte, otra vez salió el sol. Estamos de pie otra vez. Y la luz deshace las tinieblas de la confusión y del miedo o la mera resignación.

Podemos más, cuando descubrimos que no estamos solas ni solos. Siempre hubo y continúa habiendo a nuestro lado al menos una persona a nuestro favor. Esto puede ser suficiente. Puede ser la diferencia entre la vida o la muerte, literalmente. No solamente me refiero a la muerte total, sino a la del alma, que suele ser muy penosa, por robarnos el bien precioso de la alegría de vivir.

La pobreza muchas veces devuelve esta sensación de seguridad previa y primera, original, si es que descubrimos que pudimos seguir adelante más allá de aquellos tiempos en que parecía faltar todo. Un plato de comida, un techo donde cobijarnos, una mano amiga a apoyarnos. La memoria tiene esa función de rescatar y rehacer el sentido del valor.

Ilustración: “El tejido del universo”

Pasado y presente

El pasado no es pasado, es presente

Sin pasado no hay presente

El presente es una renovación continua, un continuo cambio

Poder ver las cosas así es una forma de vivir en permanente renovación

Cada cosa que veo ya la ví antes, sin haberla visto

Si puedo verla sin haberla visto antes, es porque la veo ahora

Si me abro de tal manera al presente, a lo que está aquí

Todo el pasado se presenta

El que quiero y el que me asusta

El que me aterroriza y el que me anida y amansa

El que me tranquiliza y el que podría aniquilarme

Cuando escucho decir que no se debe mirar al pasado, presto atención

Querer esconder la historia es querer un perdón anticipado

Un salvoconducto para cometer nuevos crímenes

O quien sabe pueda ser también un miedo al presente que se presenta

Cuando ya sabemos que el tiempo que tenemos es finito.

No recordar, querer negar lo ocurrido, es condenarse a un suplicio infinito

Es mejor mirar, una y otra vez, lo sucedido. Hasta que pase de hecho.

Entonces sí será pasado, y no importa cuántas veces vuelva todavía

Pasará, pasará, hasta que quede sólo esto que está aquí, pleno de historia y memoria.

Ilustración: “Flores después de la lluvia.”

Tiempo

Ya no sé más muy bien como ni por qué

Lo que sí sé es que es cerca de media hora

Alrededor de las dos de la mañana

Es un tiempo en el que el control social

Está como si dijéramos, suspendido

O impedido de imponerse

Libre por lo tanto de cualquier obstáculo

Fluyo y vengo por aquí

A decir no sé muy bien qué

Tal vez sólo a jugar

Jugar a la libertad de poder amar

La brevedad de un segundo

Y ya se me va yendo este tiempo no sé si diría rápido

Instantáneo o qué

Eterno bello en lo fugaz

Entre dos sueños

El sueño despierto y el sueño dormido

Lo que he aprendido en enero

Y en estos días de febrero

Enfermarme para sanar

Saberme querido

Espero que Consciência siga en el aire

Esta ventana al mundo

Marzo marzo marzo

Mes de memorias

El mundo que soy y por donde ando

Esa belleza que busco y por la cual existo

Y que me sana de todas las enfermedades

Y está tan cerca y al ladito

Ahí nomás en el veredón

Haber aprendido a ser feliz, ser amado

Y estar en mi lugar dondequiera que esté

Ya me voy yendo y me fui pero volveré.

La poesía es el revés del rebuscamiento

Bajan las letras a la hoja

Como gotas de lluvia

El tiempo se condensa en este acto simple

Todo se reúne en esta acción sencilla

Aquello que es permanente se presenta

No le busquen la vuelta a la poesía

Es el revés del rebuscamiento

Es lo que vemos cuando miramos hacia adentro

Y vemos lo que está allí desde el comienzo

Y allí permanecerá

Es una herencia indestructible

Resume todo el caminar humano

Todo lo que hemos alcanzado

Y aún lo inalcanzable

Lo que es posible

Nuestros intentos

La suma de esfuerzos que nos trajo hasta aquí

Los logros que nos sitúan en el universo

La percepción clara que nos devuelve nuestra identidad

Comunidad

Humanidad

Unidad de lo diverso

Los versos nos devuelven esto

Y aún la siembra del mañana hoy

 

 

 

 

Rumbo

No quisiera engañarme, ni inducir a nadie a engaño. Me parece que la situación en que nos encontramos como humanidad, exige claridad.

Ver con nitidez. Usar la propia historia como herramienta capaz de alumbrar nuestro camino. La mera denuncia -en mi opinión- así como los discursos y doctrinas, muchas veces oscurecen y dan falsas seguridades.

¿Qué rumbo seguir? ¿Qué hacer? Mi experiencia me dice que es más efectivo el esfuerzo concreto y concentrado en tareas definidas, que enunciados vagos que parecen decir mucho y en realidad no dicen nada.

Una vez que tenemos una noción de nuestra vocación y del trayecto recorrido para ser quien somos, nuestra historia se pone a nuestro favor.

Actuar colectivamente, comunitariamente, siempre arroja más luz que cuando creemos que aisladamente podemos alcanzar algún avance.

Esto no significa ser pasivos/as, sino actuar colaborativamente. Sumar luces. Sumar fuerza. Sumar aprendizaje. Esto es lo que creo que nos va sacando del fatalismo y nos va promoviendo a una vida más activa, feliz y conciente.

Denunciar al régimen inconstitucional e ilegítimo es necesario. Pero no es suficiente. Cada uno/a pude hacer su parte para que la democracia vuelva a Brasil.

Que haya justicia y plena vigencia de los Derechos Humanos. El espacio cotidiano, personal y familiar, comunitario, son nuestro terreno privilegiado para plantar y cosechar valores superiores capaces de dar sentido a nuestra vida.

No esperar que alguien nos salve. Basta confiar en nosotros mismos/as y hacer lo que está a nuestro alcance. Llegar a ese mínimo esencial permanente de donde nace la luz. Los cambios mínimos que nos instalen en lo eterno.