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Floreciendo

flores

Yo no nací para sufrir. Pero el sufrimiento me hace crecer, siempre que yo tenga la humildad necesaria para reconocer ésto.

Algunas veces he llegado a pensar que me podría gustar escribir alguna cosa. Decir por ejemplo de unas plantas de chinitas florecidas que me pareció que podría llegar a querer pintar o dibujar.

Pero las ví tan lindas allí como son, en ese su estar ahí, tan bellas y anaranjadas. Tan ejemplares en sus formas hermosas, que me detuve en mi intento por duplicarlas. Estos días me han traído a mis hijos e hijas más adentro.

Uno se alimenta también del amor de sus hijos. Algo se va consolidando adentro mío. El amor de la familia nos constituye y fortalece. Es como si nos fuéramos unificando con la tierra. Con el aire.

Con el sol, con el viento, con todo lo que existe. Fortalecidos en nuestra brevedad. En este pasar que es eterno mientras dura. Anoche asistí a un monólogo de Ernesto “Flaco” Suárez, en el teatro-bar Los Angelitos.

¡Cuánta belleza en ese decir poético que reúne las lágrimas y las risas! Los dolores y alegrías de una vida en la que ví espejada la mía. ¡Cómo el tiempo va integrando de otra manera, dolores agudísimos que nos tocó vivir en el ayer!

Ayer mismo me preguntaba: ¿cómo lo que hago hoy se inserta en mi historia de vida? El monólogo de Suárez termina con él reencontrando su sentido de ser juglar. Creo que muchos reencontramos también nuestro sentido de estar aquí.

Un aquí vasto como el ahora. Un aquí que por la gracia de Dios, contiene el florecer de esos dolores que nos tocó soportar durante años.

Reuniendo

A veces pienso que podría llegar a querer escribir alguna cosa. Poner algunas impresiones en el papel. Anotar algo de lo vivido en este día. Tratar de guardar las sensaciones y los sentimientos. Este andar por las calles de Mendoza, que se va haciendo familiar, de alguna forma.

Encontrar personas que nos son familiares, por ser de la familia. Y otras que el trato frecuente ha ido trayendo para adentro, también. Sensaciones que he ido recuperando o construyendo en la Terapia Comunitaria Integrativa.

Los afectos que ya sé que están en Misiones y Paraná. Santa Fé y Rosario. Buenos Aires y Mendoza. Tantos lugares. João Pessoa y São Paulo. Brasilia y Cuiabá. Montevideo. Ocas do Indio, donde el sueño nació. Donde este sueño empezó a ser tejido, a hacerse realidad.

Un sueño de una comunidad que no vive junta todo el tiempo. Pero que está unida en el afecto. Un hacer juntos que va reponiendo nuestra humanidad. Hay horas en que todo se junta.

Al escribir todo se junta. Se junta mi pasado y mi presente. Florece el presente. Y hoy, este 25 de mayo de 2015, fué un día así. Está siendo un día así. Reunión. Ese sentimiento de familia. Las caras y las hablas.

Las sonrisas. Un rompecabezas interno que se va armando. Y un rompecabezas externo que me incluye. Inclusión.

Humanamente

¿Qué haría? ¿Qué podría llegar a hacer? Escribir hasta que llegue el día. Hasta que la luz en el cielo y el canto de los pájaros y las voces en la calle y en la casa te dijeran que había empezado el domingo. Escuchas el sonido de las teclas, que es como un piano silencioso a estas horas de la mañana. Las impresiones del día se organizan a la noche. Todo va ocupando su lugar.

Es como si el pasado próximo o inmediato y el pasado más distante, todo el pasado, fuera pasando por un proceso de organización u ordenamento. Todo va ocupando su lugar, a mi modo. Al modo de quien escribe estas cosas a estas horas de la mañana. No podría ser de otro modo. Intentar pasar al papel y a quien pueda estar leyendo del otro lado de la hoja, la perplejidad del estar vivo.

Esa insistente extrañeza que es el existir. Existir a mi modo, un modo propio que el tiempo y las experiencias no cambiaron demasiado. Trato de disminuir la exigencia hacia los otros y hacia mí mismo, que muchas veces me crea situaciones incómodas. El tiempo ha ido acomodando las cosas. Ahora es más un dejarme llevar, que me crea no pocos conflictos.

Al final, he sido educado y he vivido y sigo vivendo en una cultura que valoriza el individualismo, la decisión y las opciones de cada persona autónoma, como si fuéramos átomos y no redes, comunidades, sistemas en interacción y en contínuo proceso de modificación recíproca. Puedo confiar, puedo dejarme llevar. Esto no significa no tomar decisiones, sino hacerlo más bien al estilo de las resultantes de la física.

Vectores o como se llamen, que componen con otros vectores, y al final se van definiendo cursos de acción. Es como dejarse llevar por el río. Pero cuidado con las piedras. Aprender a fluir, dejándose llevar. Al final, esto me deja en paz con ciertos pasados no demasiado pasados, que vuelven y vuelven con insistencia. Pasados de opresión y engaño. Injusticia y mentira.

Me toca otra vez rehacer mi visión de mi historia. Una historia personal y familiar, y también colectiva y social. Hoy es más comunitaria. Es como si el tiempo hubiera vuelto sobre sí mismo. Siento que sí, el tiempo volvió sobre sí mismo. Hoy tengo la oportunidad de resignificar mi pasado, desde mi propia visión personal y comunal, comunitaria.

Esto significa: menos ideología, menos medios de comunicación, menos partidismo, menos gobierno y autoridades tratando de imponerse en mi entendimento de como son las cosas. Por eso la literatura y la poesía. Por eso la familia y la amistad. Por es el juego y la recreación. Por eso la Terapia Comunitaria Integrativa. Por eso el cristianismo de base. Por eso el renacimiento en una matriz que supera las fronteras nacionales y refluye hacia lo humano, lo simplemente humano. Lo grandemente humano, en su simplicidad.

Terapia Comunitaria Integrativa realiza encuentro en Brasil

El VIII Congreso Brasileño de Terapia Comunitaria Integrativa/V Congreso Internacional de Terapia Comunitaria Integrativa, será realizado en la ciudad de Ouro Preto, Minas Gerais, entre los días 16 y 19 de setiembre de 2015. Toda la información se encuentra en esta página web: http://congressotci2015.com.br/

El evento tiene cinco ejes temáticos:

I. La TCI en la promoción de la inclusión social;
II. La TCI en la construcción de vínculos solidarios;
III. La TCI en la promoción de los derechos humanos;
IV. La TCI en el enfrentamiento de las dependencias y en el cuidado de uno mismo;
V. La TCI en la reducción del estrés en la escuela, la salud y el trabajo.

El evento será una oportunidad para reforzar y expandir esta práctica ciudadana originada en Brasil y ya también implantada en Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, Francia, Suiza y Mozambique. También será una oportunidad para que los participantes miren hacia adentro de sí mismos y de sí mismas, y al rededor, focalizando estos cinco ejes temáticos.

Así, deberá profundizarse el sentido de esta acción en comunidad, que comprende una acción y una reflexión sobre la acción, orientada hacia un mundo más humano, solidario, justo y fraterno, con respeto a la pluralidad y a la diversidad.

Integrando

Hasta que no vengo al mundo de lo minúsculo, estoy como perdido. Es el mundo que soy capaz de habitar. Es el mundo de una mirada, de un tono de voz, que me dicen inequívocamente cosas que sé de imediato, sin sombra de duda. Es también el mundo de mis pensamientos, de mi mirada interior, donde frecuentemente encuentro las claves para salir de situaciones que me aprisionan.

Esto es una especie de encaje con el mundo externo, ya que no hay esa articulación interior, ese encontrar dentro de mí lo que me libera, sin una articulación con las personas de mi entorno imediato. El adentro y el afuera son un encaje perfecto. No hay uno sin el otro. Lo que me rodea y lo que me alimenta y me ilumina desde adentro, son una conexión imediata.

Estos días pasados, y aún hoy también, han estado viniendo a mi memoria tiempos oscuros. Tiempos de mucha oscuridad. Oscuridad y nada, pensé durante muchos años. Hoy veo que no, que desde esa oscuridad, y en el medio de ella, había una luz que brillaba. Hay una luz que brilla en la oscuridad.

¿De dónde viene mi fuerza?

Esta pregunta me trae siempre para mi estar aquí, mi presencia, el ser que soy. Hoy me acordé del color magenta (fúcsia). Este color me trajo una sensación de estar presente. También me han estado viniendo mis escritos, muy fuertemente. Es un alimento interno. Una sensación muy buena. Mis escritos y mis colores. Mis amores. Mi sexualidad. Mis deseos. Mi imaginación. Mis sueños, compartidos y personales. Todo lo que soy es mi fuerza. Mi ser es mi fuerza. Mi fuerza soy yo.

Como muchas otras preguntas que nos hacemos en la Terapia Comunitaria Integrativa, esta tiene muchas respuestas. El centro es uno mismo. El centro soy yo. Mi experiencia, mi vivencia. Las preguntas que el Dr. Adalberto Barreto –creador de la TCI– ha creado como medios de recuperación de la persona humana, como formas para que uno vuelva a ser uno mismo o una misma, son simples y directas. Y al mismo tiempo, son amplias y cambiantes, ya que somos seres en construcción, inacabados. A través de estas preguntas, uno va estableciendo otra conversación interna, otra relación con uno mismo o una misma.

Vamos recuperando una escucha de nosotros mismos, que repone nuestra identidad original, aquella parte nuestra que no fue domesticada por la cultura y por la sociedad. Vamos teniendo cada vez más una noción clara del ser que somos. Valorizamos más nuestra propia experiencia, los recursos personales que hemos puesto en juego para conseguir sobrevivir, sorteando todo tipo de obstáculos, hasta el momento actual. En especial, uno va recuperando una alegría interior, la propia visión interna, una sensación de libertad y de unidad.