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La fuerza de la unidad

Una mujer que me pueda amar. Este era mi sueño en los años 1970. Lo vivo hoy. Es lo que más quiero.

Esta mañana al recordarlo, me llené de alegría. No necesito de muchas cosas.

Ví todos los que fui en distintas etapas de mi vida. Era una ronda.

Lo mejor de cada uno de los que fui, soy hoy. Soy uno solo. Unificado.

Las caminatas por la peatonal de Cabo Branco siempre son una inmersión en la memoria. Integración de memorias.

Pertenecimiento es eso. La fuerza de esta unidad es formidable. Lo que sentí al verme unificado, dándome las manos en ronda, es alegría.

Confianza. Yo no me acobardé frente a los miedos. Guardo resentimientos, sí, por heridas que no cicatrizaron todavía. Trato de ser compasivo conmigo mismo, y comprender.

Comprenderme y comprender. Quienes me hirieron son personas muy queridas y cercanas. Puedo aflojar un poco el resentimiento, la rabia y la tristeza frente a la traición.

No necesito desdibujarme, ni cancelar algunos de los yos que fui. Fuí íntegro aún en los momentos de mayor sufrimiento.

La fuerza de esta unidad es una conquista. Una conquista reciente, diría. La vida es ascendente. Es un subir. Un ir llegando y seguir llegando.

Disfruto de esta sensación y sentimiento. Esta ronda de yos es lo que soy. Repito para recordarlo.

La vida es un riesgo

Me arriesgo a decir lo que es obvio para cualquiera, ya que por ahí es bueno dejar salir lo que nos viene a la mente, sin necesidad de que sea alguna brillantez o algo espectacular.

Paseando esta mañana por el veredón de Cabo Branco, pensaba en como en los días de hoy hay un énfasis en el enfrentamiento. El choque. El conflicto.

Esto es habitual, si es que no se convierte en una especie de norma o padrón, un modo único de encontrarnos unos a los otros, otras.

Hay una contradictoriedad tanto interna como externa, que es inevitable. Convivir con ella es un arte. Escapar de la trampa de pensar que todo debería ser siempre igual.

Nada es de nuevo como ya fue un día, dice la canción. En medio de toda esta variación y movimiento, me esfuerzo en mantener mi rumbo propio.

Aceptarme cada vez más, hacer las paces con la persona que soy, saber que las otras personas no son lo que yo querría que fueran.

Abrirme a ese cambio contínuo que es el vivir, el pasar de un día al otro, el haber coleccionado ya tantas ediciones de mí, que soy ya casi una biblioteca completa.

La vida no deja de sorprenderme, tanto positivamente como de otras formas. Por eso es que sigo viendo el estar vivo como un desafío y una oportunidad.

Aceptar mi diversidad interna me acerca a las otras personas. No soy tan distinto de quienes pasan a mi lado por la vereda, o están por ahí siguiendo sus caminos.

Lo del riesgo es lo que nos pone frente a frente con nuestra perecibilidad. ¿Qué hacer con este dato de realidad?

¿Qué hicimos y seguimos haciendo a este respecto? Inventariar estos recursos es una forma de saber que podemos. Pudimos y podremos de nuevo.

Mantener el ánimo en los enfrentamientos es imprescindible. Buscar constantemente las fuentes de la vida y de la fe.

El arte es un recurso precioso. Una puerta que nos integra a ese presente contínuo que podemos habitar de maneras más placenteras cuando aceptamos la vida tal como es.

Imprevisible. Sorprendente. Y sin embargo también sustentable y segura en medio de la variabilidad.

Foto: Aconcagua (Mendoza, Argentina)

El poder de la memoria

Una antigua costumbre me sigue siendo útil: la de venir temprano a escribir. O simplemente esperar el día amanecer. Una y otra se parecen. En realidad, andan casi juntas. Lo decisivo es llegar primero.

Antes de que se puedan imponer las programaciones habituales. Este espacio inaugural, este mero estar por un tiempo simplemente conmigo mismo, me lleva de nuevo a un punto original. Menos juicios. Menos mandatos. Nada de malo con los juicios ni con los mandatos. Unos y otros tienen su momento.

Pero es bueno tener al menos un tiempo para uno mismo, una misma. Tiempo que se repetirá a lo largo del día y de los días siguientes, si es que tenemos una atención concentrada y alerta. Una disposición a actuar según nuestra naturaleza más profunda. Esto del lenguaje inclusivo o incluyente es importante.

Las mujeres suelen tener bien menos tiempo que los hombres, para sí mismas. No consigo reflexionar en abstracto. Lo que quiero compartir ahora, es algo bien sencillo. Prestar atención a lo que sucede. Estar presente. Estar en medio de las personas sin que esto signifique una claudicación o una abdicación. Más bien al contrario.

Que el estar juntos y juntas signifique un potenciar lo que nos es naturalmente bueno y querido, para una vida plena y feliz. Fluir en medio de las circunstancias, sin que el peso de las normas o la costumbre, o lo que sea, nos desfiguren.

Ser capaces de amar, con todo lo que esto significa. Abrir el corazón de tal forma que podamos darle la mano a quien lo necesita, y en este acto y por este acto, florecer. Ser más.

En los días actuales, la velocidad de los cambios y la predominancia de la vida virtual o los contactos a distancia o impersonales, desdibujan en alguna medida las características del existir. En varios de mis escritos he compartido aquí algo sobre esto. Lo que podría amenazar la vida, es también un desafío para descifrarla y vivirla más en plenitud.

Los sentidos son forzados a funcionar de maneras distintas a como era antiguamente. Pero en esta vorágine hay oasis de calma. Escuchar con atención, escucharnos y leernos en lo colectivo, es primordial. No perder de vista nuestra historia de vida. Saber quién somos, qué queremos, cuáles son nuestros valores fundamentales.

Ninguna tecnología podrá robarnos lo que es la existencia real. Una mirada, un abrazo, un toque de manos, una emoción profunda. Ayer estuve en la sede del sindicato docente al que pertenezco, y del cual fui parte de su dirección en dos oportunidades. La memoria de lo que fueron mis tiempos de docente en la UFPB tuvo el efecto de un tónico.

Un despertar. ¡Cuántas luchas en esos espacios!  ¡Cuánto de mí debo a esas jornadas colectivas de convivencia no siempre tranquila! La lucha moviliza. El abrirnos a las demás personas nos da una fuerza invencible. El recuerdo de que soy un luchador, me acerca a quienes están en esa misma condición.

Me asemejo a toda una humanidad que por todas partes se esfuerza por tener un lugar bajo el sol. La vida sigue siendo un transcurso efímero. ¡Que este transitar nos encuentre plenos y plenas de aquella energía que brota de los valores superiores! ¡Que cada pequeño acto esté impregnado del placer y la alegría que mueven montañas!

Foto: Aconcagua (Mendoza, Argentina)

Piso los puntos de luz que fui construyendo en el pasado

Así paso de un día al otro.

De un estado de ánimo medio perdido y tenebroso.

A uno más alegre y luminoso

De la sombra a la confianza

Voy reencontrando mi hoy, mi ahora ahora

Es una escalerita por donde voy llegando adonde estoy.

¡Tantas letras para decir algo tan sencillo!

Justamente son estas cosas compartidas

Este aire nuevo que entra cuando te escucho

Cuando tus historias y mi historia y otras tantas historias

Se hacen un espacio común en movimiento

Salgo de las prisiones internas y de cierto cansancio que pudiera haberse adueñado de mi ánimo

A mi modo, de este modo y de tantos otros que voy registrando y aprendiendo

Lunes

¡Buena semana!

 

Ilustración: “Puntos de luz”

¿Cuál es el arma del presente?

El mundo virtual es una irrealidad cotidiana. Deshace el contacto directo, cara a cara. Mientras yo iba llegando, la gente se iba apartando

Esto sucedió desde la llegada de los celulares y la internet

Yo sigo llegando y ya llegué

Y la gente más bien se sigue alejando

Tengo que recordarles amablemente que yo estoy aquí

Y esperar pacientemente que vuelvan a hacerse presentes

La ausentificación se aceleró todavía más con el Zap

Hasta los policías (no sé si las policías también) en sus guardias con el celular en la mano

No es sólo un desahogo, hermano y hermana

Es que realmente es paradójico

Vengo y se van

Estoy presente en medio de ausentes

No deja de tener su lado divertido

Es como un juego de palabras

Un juego a secas

Vengo y te vas

Vuelvan que estoy.

Lo que no dejo de constatar es que de todas maneras, la vida sigue siendo un trayecto brevísimo y mutante entre dos eternidades

Un día nos vamos, nos guste o no

A nadie le gusta, por lo menos normalmente

Sabemos que irá a ocurrir pero no esperamos ese momento

Es un pasaje, al menos esto me gusta pensar

Un pasaje

Me voy a otro lugar

Nos vamos a otro lugar

No es un final de se acabó y no hay nada más

Qué haya después lo sabré al pasar, no antes

Me toca confiar nomás

Presentemente

¡Presenten, armas!

¿Cuál es el arma del presente?

¿Cuál es el arma del presente?

Lo repito a ver si se presenta

A ver si se presentan

Es el arma de la presencia, simplemente

Estar aquí totalmente, de todos los modos que seamos capaces

Encuadernados, encuadernadas

Toda la nación de tiempos

Todas las nacencias de la ciencia

Con ciencia.

(El lado divertido de esta irrealización diaria es que el mundo quedó más para mí. Estoy y la gente no está. Esto crea una situación privilegiada para la observación.)

Punto culminante

No poder dormir. Tos. Gripe. Esas cosas. ¿A quién no le pasó ya alguna vez esto? No es una pregunta retórica. Es que realmente me gustaría saber qué hacen cuando esto les pasa.

Escribir en una revista es una responsabilidad. No es largar cualquier cosa y ya está. Hay un propósito a alcanzar. Hay una finalidad. Educar. Venir a flote. Ocupar un lugar.

Algo de desconfianza hay. La normalización en marcha en Brasil se sigue llevando adelante en medio de un clima un poco enrarecido.

En todo caso, ayer llegué a mi punto culminante, y lo estoy festejando aquí con las lectoras y lectores. ¿Quién es que no tiene que vérselas con las limitaciones que el tiempo impone?

A todos y todas nos pasa. La edad va trayendo cambios a los cuales inevitablemente nos vamos a tener que ir acostumbrando. Limitaciones.

Lula tiene ya sus 77 años bien cumplidos, y le da al trabajo sin tregua. Podemos espejarnos en alguien así. Acá abajo, las cosas siguen un ritmo diferente.

Llegan los ecos de lo que sucede en las esferas políticas del estado. Pero nos toca una tarea de hormiguitas. Tratar de darle sentido al estar vivos, vivas.

Bien mejor en el clima de redemocratización en marcha. ¿Cuál es el punto culminante del que les hablaba antes?

Algo muy simple. Me reconocí y me admiré. Supe quién soy y tuve orgullo de mí. Esto es lo que me gustaría conversar con ustedes.

Cuéntenme su experiencia. Conversemos aquí sobre nosotros mismos, mismas. Todavía no me manejo bien con el lenguaje inclusivo o incluyente. Cuando, cómo y dónde usarlo. Sobre todo el cómo.