Este 2022 también fue el año en que el miedo a la violencia, a perder el patrimonio, los hijos, la casa, la herencia o la libertad fue ampliamente alimentado por sujetos que se dicen patriotas y, como era esperado, el miedo ocupó y todavía ocupa un gran espacio en el imaginario nacional. Tal como un boomerang que va y viene en un espiral ascendente, el miedo continúa creciendo y quienes lo fomentan lucrando con él.
Todos los años, en la última semana del calendario, escribo una columna con el tema que considero marcó el ciclo que termina.
Todos los años tengo muy claro sobre qué voy a escribir. En esta ocasión son tantos los posibles que no se bien por dónde empezar.
Escogimos un Presidente que nos prometía brisas de juventud y renovación. Un Presidente que no teme cambiar de opinión y, por el mismo motivo, es ampliamente criticado. Votamos por una propuesta de nueva Constitución y perdimos. Presenciamos una guerra y la pandemia, que pensábamos ya había terminado, y continúa entre nosotras.
Tuvimos un Mundial de Fútbol en el que no participamos, en un país donde murieron 6 mil personas para recibir a sus convidados y que viola sistemáticamente los derechos humanos de las mujeres. Por algunos días u horas nos emocionamos con la victoria de otros países y dejamos de lado la preocupación por los derechos y las vidas.
También dejamos de lado ese extraño patriotismo que ha tomado cuenta de un sector de este y otros países. Patriotismo que se sustenta en banderas, símbolos y canciones entonadas con furor.
Un patriotismo regado a creencias religiosas y concepciones con un poco de olor a algo que hace mucho tiempo venció en la despensa de las ideas, pero extremamente válido para quienes saborean los platos servidos con toques de falacias naturalistas donde sólo existe un tipo de familia y la diversidad es considerada, para la moral de estos patriotas, extremamente peligrosa para el buen funcionamiento de sus dogmas.
Este patriotismo, que tiende a oler a rancio, fue el que consideró que en Chile sólo podemos vivir chilenos, nada de chilenas porque eso es considerado también poco patriótico y eliminó con un trazo de lapicera la posibilidad de reconocer a los pueblos originarios como parte legítima de una nación.
Para estos patriotas, imaginar que Chile podría ser un Estado plurinacional generó alertas inmediatas de peligro. El status quo que mantiene en la despensa, llenas de moho, a las premisas fundamentales para sobrevivir le podía entrar algo de aire y luz. Dos elementos que no conviven con el moho.
Estos mismos patriotas insistieron en que las mujeres, esos seres que sirven para procrear o prestar el cuerpo como dijo una vez una senadora, podríamos abortar incluso en el noveno mes y la lógica de este argumento se vio tomada por el moho que no permitía ver lo ilógico del mismo. Tal como en años anteriores la mentira y el engaño fueron actores principales en el escenario nacional.
Este 2022 también fue el año en que el miedo a la violencia, a perder el patrimonio, los hijos, la casa, la herencia o la libertad fue ampliamente alimentado por sujetos que se dicen patriotas y, como era esperado, el miedo ocupó y todavía ocupa un gran espacio en el imaginario nacional.Tal como un boomerang que va y viene en un espiral ascendente, el miedo continúa creciendo y quienes lo fomentan lucrando con él.
Este 2022 fue extraño y algunas veces incluso parecía que estábamos estancadas en él. El 31 de diciembre nos obliga a cambiar las agendas por las nuevas que dicen 2023 y observamos esas hojas en blanco imaginando que, por algún motivo, todo será mejor sólo por el hecho de cambiar el calendario.
No me excluyo, y observo las páginas en blanco con la esperanza de cambios que efectivamente limpien las despensas de las ideas añejas que no permiten la entrada de aire fresco sólo por el miedo de abrir las ventanas y las puertas para permitirnos escuchar nuevas ideas, diferentes a las que ya conocemos.
Mi esperanza para este año que comienza se basa en algo simple y extremamente difícil de lograr cuando estamos tomadas por el temor de dejar atrás lo conocido, aunque sea incómodo. Mi esperanza se basa en abrir puertas y ventanas que nos permitan sorprendernos al escuchar más y arriesgarnos a dialogar.
No es el cambio de año lo que nos cambia. Lo que cambia son esas hojas en blanco invitándonos a llenarlas con palabras nuevas y conversaciones que nos permitan conocer y reconocer que el otro, la otra, me pueden enseñar algo si escucho y me escucho a mí misma al hacerlo.
La disposición emocional de respeto por lo que la otra o el otro tienen para decir no es la fórmula mágica para cambiar el mundo, pero sin duda es un abrepuertas que permite renovar la despensa de ideas.
Al escuchar aprendo que siempre es posible integrar algo nuevo y fresco y, al mismo tiempo aprendo y me concedo el permiso de botar lo que ya no sirve más.
Se ha comentado en prácticamente el mundo entero, el fenómeno que provocaron LasTesis al movilizar miles de mujeres a gritar, sin miedo “El violador eres tu”. Sin victimizarse, dejando atrás la vergüenza y el miedo que provoca una violación y un abuso sexual, al sentirse apoyadas por otras mujeres que sufrieron abusos, las mujeres gritan: Y la culpa no fue mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía.
¿Por qué se sumaron tantas mujeres a este grito colectivo?
Según estimaciones de la OMS, una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual de su pareja o violencia sexual por terceros, casi siempre conocidos, en algún momento de su vida.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía.
La mayoría de las niñas, adolescentes y mujeres que sufren violación o abuso sexual no denuncia a su agresor. No lo denuncian porque es un conocido, generalmente respetado, por la familia. Padres, padrastros, tíos, abuelos, hermanos, primos, profesores y profesionales de la salud han abusado sexualmente de niñas, jóvenes y mujeres.
No lo denuncian porque el miedo, la vergüenza y la culpa, inculcada por siglos de patriarcado, no les permite pedir ayuda.
Miedo a que no le crean, miedo a las amenazas del agresor, miedo a que la juzguen a ella y no a él. Vergüenza que las deja atrapadas, impotentes y aisladas porque saben que desde ese día en adelante, algo se quebró en ellas, algo que las definía como seres humanos dignas de respeto; al exponerlas y afectar severamente su autoestima, se paralizan. Culpa porque imaginan que, de un modo u otro, fueron responsables por el abuso.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía
Cantaron miles de mujeres en el mundo todo, miles de mujeres que habían callado, miles de mujeres que imaginaban que estaban solas cantaron apoyadas por otras miles de mujeres a su lado que habían vivido algo similar.
Cantaron por sus madres, sus abuelas, sus hijas y nietas.
Cantaron por todas.
La fuerza de la resiliencia colectiva unida en el arte, el canto, la coreografía con significante y significado y el feminismo las fue llenando de fuerza y atrevimiento para exigir una transformación social.
Sin miedo, sin culpa, pero aún con vergüenza, se atrevieron a más.
Las implicancias de un mensaje, con la potencia de haberlo hecho público, produjo un cambio. Un cambio que ya no es posible detener, aunque muchos aún no lo hayan notado e incluso lo nieguen. Un cambio producto del despertar de sentimientos guardados.
Cientos de mujeres denunciaron junto a sus conocidos, en sus redes, dónde estaban, qué edad tenían, que vestían. Algunas llevaban más de 40 años calladas, enmudecidas por la vergüenza, el miedo y la culpa.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía,
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía,
El violador eras tú.
El fenómeno provocado por LasTesis, tal como sucede cuando se rompe la puerta de una represa, inundó las ciudades del mundo. Inundó con recuerdos que parecían olvidados en las aguas más profundas que obliga el silencio, inundó con la tristeza que significa recordarlos y al traerlos a la superficie se presentifican en esa instancia donde pasado y presente se encuentran en el sentir.
El violador eres tú.
Presente que nos traerá más denuncias ahora y en el futuro y para lo que debemos estar preparadas, unidas y fuertes como mujeres y con mujeres que sin violencia, sin victimización; les continuaremos diciendo a aquellos hombres, al Estado, al patriarcado que quieren mostrar su frágil masculinidad por medio da fuerza y el abuso: ¡No más!
¡No más violencia de género! ¡No más violencia sexual! ¡No más!
Las feministas no desconocen el aporte de algunos hombres a la modernidad, ya que esto sería caer en la misma ignorancia y ramplonería con la que Varela nos define. Las feministas aportamos harto más. Aportamos con la loca visión de mundo que tiene esa revolucionaria y peligrosa idea de incluir a las mujeres en el proceso. Una visión de mundo que el ex ministro no comparte, ya que considera que somos “ingratas” por no levantarle monumentos a nuestros “liberadores”.
El ex ministro de Educación Gerardo Varela (más conocido por calificar públicamente el rendimiento sexual de sus hijos y proponer la organización de bingos para mejorar las condiciones de los colegios que por algún acto que haya mejorado la educación o las precarias condiciones con las que deben trabajar el profesorado de este país) hoy nos regala un insulto a la inteligencia.
Para Varela, “el mundo se divide entre personas con inteligencia práctica y otras con inteligencia teórica”, definición bastante burda y reduccionista del significado de la inteligencia. De forma muy general, la inteligencia la podemos definir como conocimiento, como la capacidad de relacionarnos con lo conocido; como creatividad, memoria y espíritu crítico. La inteligencia está presente en todas las actividades humanas. Para bailar, cantar, declamar poemas, jugar ajedrez, realizar descubrimientos científicos, solucionar complicadas ecuaciones matemáticas o atletismo, necesitamos de nuestra inteligencia. Gracias a ella podemos realizar las vinculaciones con cada una de estas actividades. Cada ser humano es inteligente y, en general, muy inteligente en aquella actividad donde se siente más cómodo y, sin duda, donde sus capacidades encuentren un mejor ambiente para desarrollarse.
No discutiré aquí sobre si la inteligencia es genética o social, porque considero que es como discutir sobre si la música viene del violín o del violinista. Los seres vivos, humanos incluidos, somos el resultado de la interacción de los genes con el ambiente y por ambiente incluyo los vínculos que establecemos con otros seres vivos. Es decir, nuestra inteligencia está en una relación permanente con el entorno. Según el ex ministro, las mujeres y feministas “preferimos a las personas que nos hacen soñar con un mundo mejor que a las personas que de facto nos mejoran el mundo”. Otra afirmación reduccionista y bastante carente de argumentos sólidos. ¿Dónde está la línea divisoria entre soñar un mundo mejor y de hecho convertirlo en un mundo mejor? ¿Imaginará el ex ministro que hay actos humanos realizados sin antes tener un sueño previo? ¿Imaginará el ex ministro que cuando Henry Ford buscaba solucionar los problemas de sus empresas no soñaba o imaginaba un mundo mejor para ellas? Al parecer, Varela confunde trabajo remunerado con trabajo y es por este motivo que considera que las mujeres, las feministas, menospreciamos la inteligencia de los hombres que contribuyen con la ciencia y la tecnología. La visión de mundo machista y neoliberal con la que el ex ministro intenta iluminarnos comete este tipo de equívoco.
Las feministas no desconocen el aporte de algunos hombres a la modernidad, ya que esto sería caer en la misma ignorancia y ramplonería con la que Varela nos define. Las feministas aportamos harto más. Aportamos con la loca visión de mundo que tiene esa revolucionaria y peligrosa idea de incluir a las mujeres en el proceso. Una visión de mundo que el ex ministro no comparte, ya que considera que somos “ingratas” por no levantarle monumentos a nuestros “liberadores”.
Quienes nos hemos alejado del pensamiento lineal entendemos los procesos más como una red que como un hilo y esta red se compone de muchos nudos. Cada nudo de una red es parte de un todo y entendemos que su importancia no es ser nudo y sí formar la red. Nuestros “liberadores”, en la visión de Varela, no son más ni menos en el proceso de nuestra liberación como seres humanas con derechos son un par de nudos de esta enorme red. Las mujeres sabemos, aunque no todas de forma teórica, lo que significa pensar de forma sistémica, pero estamos tan acostumbradas a desempeñar tantos papeles y labores en nuestro día a día que muchas veces no nos damos cuenta. Lavamos, cocinamos, educamos hijas e hijos en paralelo con el trabajo remunerado. El día a día de la mayoría de las mujeres es un ejemplo, en la práctica, de lo que es tener una visión de mundo sistémica porque sabemos de la importancia de cada elemento de nuestra labor diaria y también comprendemos que no es la suma de estos elementos, por separado, lo que nos hace definir quiénes somos. Nuestro ser es un todo mucho más allá. Nuestro ser, y nuestro hacer, es un todo en la relación de cada una de sus partes y sabemos bien que, si una de las partes es afectada u olvidada, afectará al sistema como un todo.
¿Dejamos de ser quienes lavan, cocinan y cuidan de los hijos e hijas por tener luz eléctrica y píldoras? No. Lamentablemente, aún la inmensa mayoría de las mujeres ejerce todas esas funciones y en Chile y, además, son las que aportan para la manutención del hogar la mayoría de sus ingresos porque, muchas veces, están solas en esa tarea. El mundo se divide entre personas que comprenden los procesos de forma sistémica y quienes todavía imaginan que es posible describir procesos de forma lineal. El resultado que esperan es el exitismo por un logro alcanzado, sin observar todas las variables involucradas en el proceso. Hoy esta forma de pensar los procesos de forma lineal, lamentablemente, se refleja en los índices de contagios y muertes por Covid-19.
“La ira que me produjo fue tan intensa (…) que empecé a involucrarme en asuntos relativos a los derechos humanos”. Así explicaba Roberto Garretón Merino el giro que tomó su vida el 12 de septiembre de 1973, al día siguiente del golpe de Estado en Chile, cuando decidió dejar su empleo de abogado de empresas y emprender el camino que lo convertiría en un defensor de derechos humanos célebre en Chile y en el mundo entero.
“Fue el día más decisivo de mi vida”, declaró Garretón en una entrevista de televisión realizada para el Museo de la Memoria en 2018. Poco después del inicio de la dictadura, Garretón se afilió al Comité Pro Paz, una entidad creada hacía poco para defender a los imputados en los tribunales militares establecidos por el régimen. “Asistí a 103 cortes marciales, pero apenas conocía la materia penal. Yo era abogado de la empresa que suministraba agua potable a Santiago; todo nuestro trabajo versaba sobre demandas laborales”.
La senda vital de Roberto Garretón y su incansable lucha en pro de los derechos humanos concluyeron el 27 de diciembre de 2021, a la edad de 80 años. Este hombre generoso, profundamente humano y solidario, según lo describen sus amigos, falleció ese día, dejando una imborrable impronta de honor y dignidad que trasciende las fronteras de Chile.
“Todos los que tuvieron la suerte de trabajar con él recuerdan su contagiosa e inspiradora energía, su manera de escuchar al humilde, al pobre, a la gente sencilla y marginada, su generosidad y su negativa absoluta a ceder en lo tocante a derechos y valores fundamentales”, afirmó la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet. “Roberto Garretón encarnaba la fuerza, la tenacidad, la empatía y la humildad”.
El rasgo distintivo de su personalidad era la manera simple y directa en la que planteaba sus ideas. “Cada violación de derechos humanos tiene tres ingredientes: un acto de violencia, una cobardía y una mentira. No hay violación de derechos humanos que no reúna estas tres condiciones”, declaró en 2013 durante una entrevista concedida a la cadena CNN en Chile.
“Hasta el día de su muerte, Garretón siguió denunciando las violaciones de derechos humanos, cualesquiera fueran sus perpetradores”, añadió Bachelet. “Para él, los derechos humanos representaban un proyecto universal y siempre sostuvo que todas las políticas gubernamentales deberían basarse en ellos. La herencia que nos deja es una inspiración para nosotros y para todos los defensores de derechos humanos, en el mundo entero”.
El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago fue el lugar escogido por sus seres queridos y la sociedad chilena para darle su último adios. Fue una selección apropiada, porque Garretón fue a la vez un ejemplo de memoria y de infatigable labor en defensa de los derechos humanos.
Su carrera
Tras el golpe de Estado en Chile, Garretón se afilió al Comité de Cooperación para la Paz en Chile (1973-1975) -conocido como el Comité Pro Paz- la primera institución que apoyó a quienes buscaban consuelo y protección de las circunstancias dramáticas y a menudo violentas que padecían.
Cuando la dictadura disolvió el Comité, Garretón se sumó a diversas iniciativas para ayudar a los perseguidos y dirigió la sección jurídica de la Vicaría de la Solidaridad, una entidad simbólica vinculada a la Iglesia Católica, que apoyó a individuos y familiares de las víctimas de violaciones de derechos humanos durante gran parte del régimen. Garretón desempeñó esta función a pesar de las amenazas proferidas contra él y su familia, que culminaron con su arresto en 1987.
“Lo peor que le puede pasar a un país es carecer de memoria”, decía Garretón, en referencia al enorme trabajo realizado por la Vicaría de la Solidaridad, que documentó las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura. El conjunto de más de 85.000 documentos que componen este archivo, en el que figuran, entre otros, copias de actas jurídicas, peticiones de amparo judicial, denuncias internacionales, testimonios de torturas y desapariciones forzosas, fue incorporado por la UNESCO al Registro de la Memoria del Mundo.
Garretón también sirvió a las Naciones Unidas en calidad de delegado, experto y oficial, en diversos puestos. En 1993 fue vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos y de la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos que se celebró en Viena (Austria). También desempeñó el cargo de Relator Especial sobre la situación de derechos humanos en la República Democrática del Congo y fue miembro del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria. De 2001 a 2005, fue Representante Regional del ACNUDH para América Latina y el Caribe, y en 2006 fue uno de los siete expertos escogidos para integrar el grupo de apoyo al Consejero Especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la prevención del genocidio y contribuyó al esfuerzo general que las Naciones Unidas realizan con el fin de prevenir los crímenes de lesa humanidad.
Convencido de que una sociedad justa y democrática no puede edificarse sobre la mentira y el silencio culpable, Garretón dedicó su vida a luchar contra la impunidad. Armado con esta convicción, llegó a ser un aliado de las víctimas y trabajó incansablemente en pro de la memoria, la justicia y la reparación, y para prevenir la reincidencia.
Galardones
A lo largo de su carrera, Garretón recibió prestigiosas distinciones. En 2003, Francia le confirió la Legión de Honor. En 2020, recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos por su labor de ayuda a las víctimas de las violaciones de derechos humanos, galardón otorgado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile, en cuya Junta Directiva sirvió durante seis años (2010-2016).
“No existe compromiso mayor con la patria que trabajar para garantizar que cada uno de nuestros compatriotas puedan disfrutar de los derechos y las libertades reconocidos en la Declaración Universal, del mismo modo que no hay nada más antipatriótico que humillar a su propio pueblo”. Roberto Garretón, 2008.
El calendario gregoriano nos indica que en algunos días cambiamos de año. A esta fecha la llamamos Año Nuevo. Un evento que genera bastante alegría, fiestas, celebraciones, expectativas y, casi siempre, promesas. Observamos el año que está a punto de terminar, lo revisamos, reflexionamos sobre lo que queremos mantener y prometemos que cambiaremos todo lo que no nos gustó o nos brindó infelicidad. El Año Nuevo nos trae la esperanza de que algo cambia y que con este cambio seremos más felices. Lamentablemente muchas veces olvidamos dos detalles.
El primer detalle olvidado es que, para realizar un cambio, desde el más pequeño al más grande, necesitamos una dosis de tiempo, un poco de esfuerzo, ambos combinados con una dosis de aceptación de la frustración. El segundo detalle que se olvida es que muchas veces, o casi siempre, un pequeño cambio en un ámbito puede generar cambios enormes en otros que no habíamos considerado en nuestras promesas de fin de año.
Para quienes vivimos en Chile, este nuevo año nos trae la esperanza de cambios. Cambia el gobierno, cambia una visión de mundo, cambian las promesas y también cambian algunas creencias fundadas en premisas fundamentales acerca de lo que significan los cambios y nuestros juicios o prejuicios en torno a ellos. Interpretamos como buenos cambios los que imaginamos estarán más cerca de lo que creemos y como malos aquellos que se alejan de esa percepción. ¿Podemos decir a priori, sin ninguna duda, que los cambios serán buenos o malos? No, ya que cualquier cambio sólo podrá ser evaluado en el tiempo y teniendo en cuenta el proceso que lo originó.
Deseamos cambios, pero nuestra naturaleza humana también desea que no cambie nada porque, aunque lo olvidemos, intuimos que cualquier cambio llevará a otros y otros y otros que no somos capaces de imaginar. Y, aunque parezca una paradoja, tenemos miedo de abandonar el sentido común, miedo de romper con las amarras de algunas situaciones que, de tan antiguas, nos parecen cómodas, aunque ya no brinden felicidad. Olvidamos que toda nuestra existencia se basa en cambios sobre los cuales no tenemos ningún control.
Mi deseo para este 2022 es dejar la temerosa inercia para darle la bienvenida a los cambios con la esperanza de que, al concluir el año, podremos evaluarlos y, si es necesario, volver a cambiar, porque –tal como dijo el poeta Charles Olson– “lo que no cambia es el deseo de cambiar”.
Desde este proyecto de prensa libre, saludamos la victoria del pueblo de Chile.
Enfatizando la importancia de que gobiernos volcados a la atención de las necesidades de la población como un todo, substituyan los regímenes ilegales e inconstitucionales, o de fachada pseudo-democrática.
Es imperioso que los derechos humanos, sociales y laborales, sean la brújula que oriente no sólo a la administración estatal, sino también al conjunto de la ciudadanía.
Basta de gobiernos genocidas, que exacerban la explotación de quienes trabajan, concentrando la renta y los privilegios en unas pocas manos.
Es necesario romper el aislamiento que establece fronteras artificiales, muros de odio. Caminar hacia la unidad de América Latina. Hacia la unidad de la humanidad, una y diversa. Plural y rica en su multidimensionalidad.
Estimular las inciativas que promueven el acercamiento entre los pueblos y las personas. Es posible vivir con justicia y paz. Es posible el amor. Es posible la solidaridad. No estamos hablando de sueños, sino de realidades cuya efectivación depende de trabajo continuo y colaborativo. ¡Al pueblo chileno, salud!
Con el 55,87 de los votos, el político chileno se convierte en el más joven y más votado de la historia chilena. En su primer y multitudinario discurso habló de cuidar la nueva constitución, construir acuerdos y nunca más declararle la guerra a los chilenos, como lo hizo Piñera.
Una suma de hitos rodea al nuevo presidente de Chile: a sus 35 años es el más joven (el 11 de marzo cuando asuma tendrá 36) y el más votado de la historia chilena, con un inédito 55% de participación electoral, otro récord más. También es la primera vez que un diputado en ejercicio como él se vuelve presidente.
Además, acompañará el proceso del plebiscito ratificatorio de la Nueva Constitución que debería hacerse durante el primer semestre del próximo año. Todo, a una década de las grandes protestas estudiantiles de 2011 donde Boric, entonces dirigente de la Universidad de Chile, fue uno de los liderazgos más destacados.
Calor y falta de transporte
Fue una jornada compleja, ya que el país atravesaba una ola de calor que llegó a los 34 grados a la sombra en Santiago en recintos como colegios y gimnasios que no cuentan con aire acondicionado.
Un problema que fue menor al lado de la falta de locomoción pública. Imágenes de micros (colectivos) estacionados, a pesar de que el gobierno de Sebastián Piñera aseguró que iba a implementar un plan especial de transporte público sólo potenciaron las sospechas de intervencionismo electoral, ya que justamente las comunas populares, donde el voto es tradicionalmente de izquierda, fueron las principales afectadas. Por eso, a pesar de que lo rápido del trámite, lo difícil era llegar a los locales de votación lo que generó, nuevamente grandes filas.
El reconocimiento de Kast y de Piñera
Pero incluso antes de ese cómputo —y la reacción de Boric— el derrotado reconoció en su Twitter haberlo llamado. “Lo he felicitado por su gran triunfo. Desde hoy el presidente de Chile merece todo nuestro respeto y colaboración constructiva Chile siempre está primero”. Luego vino el propio presidente Sebastián Piñera quien entre “consejos” y “alabanzas” le dijo: “Es una de las más grandes participaciones ciudadanas en mucho tiempo. La democracia cumplió y los chilenos han dado un nuevo ejemplo de democracia, usted fue parte de eso así que lo felicito”.
Boric le dijo: “Quiero que sepa usted que voy a dar lo mejor de mí para estar a la altura de este tremendo desafío, nuestro país saca lo mejor de sí, cuando nos unimos”. Hacia el final Piñera le dijo: “Sáquese una foto cuando entre a La Moneda y otra cuando salga, porque gobernar es muy difícil”. “Espero hacerlo mejor que usted”, le dijo, en una sorprendente salida que no logró perturbar al presidente.
Mientras, en prácticamente en todas las ciudades de Chile, la gente empezaba a celebrar, como en el sector de la Plaza de la Dignidad —rebautizada tras el estallido social de octubre de 2019— con banderas chilenas y mapuche y gritos como “¡Ganó el pueblo!” y “Ni un paso al fascismo”. No es menor: con la ola de calor y la notoria falta de locomoción pública había demasiadas razones para descorchar botellas de champaña, enarbolar banderas o simplemente abrazarse con los seres queridos.
La izquierda más progresista
Políticamente, esto significa la vuelta de la izquierda más progresista al poder en Chile tras cuatro años de Piñera, representante de una derecha levemente inclinada al centro, pero que no dudó en beneficiar a la clase empresarial durante la pandemia y a reprimir enérgicamente durante el estallido social de 2019.
El programa de Boric aboga por un nuevo modelo de desarrollo, centrado en las energías renovables, los impuestos a las grandes fortunas y el fomento a la ciencia y tecnología; además de fortalecer los derechos de la mujer y las minorías sexuales, la salud (incluyendo la mental), el medio ambiente y la cultura.
Una propuesta que era lo opuesto a Kast, un nostálgico de la dictadura y fanático del neoliberalismo, quien proponía achicar al Estado, beneficiar a los grandes empresarios, cerrar el Ministerio de la Mujer (medida de la que luego se arrepintió), establecer zanjas para impedir la migración y dejar en libertad a los militares condenados por violaciones de DD.HH. en dictadura, por razones humanitarias.
El festejo multitudinario
Ante una multitud enorme, que recordaba el millón de personas que se reunió durante octubre de 2019 en Santiago, se dirigió en su primer discurso público en un escenario cercano a la Biblioteca Nacional (a unas cuadras de la Plaza de la Dignidad). De hecho el mismo Boric no pudo subir al escenario debido a que su caravana de auto no podía desplazarse durante largos minutos, hasta que él mismo decidió subirse caminando junto a su pareja, la cientista política Irina Karamanos, quien ya ha señalado sobre la necesidad de redefinir el cargo de “primera mano”. Finalmente tuvo que subir la reja que separaba la multitud, literalmente como una estrella de rock, mientras de fondo sonaba “El derecho de vivir en paz” de Víctor Jara, el himno del estallido social.
Entre fuegos artificiales y aplausos, comenzó saludando en mapudungun, la lengua mapuche, agradeciendo a los chilenos que “honraron su compromiso con la democracia”. “No importa en este momento si (votaron) por mí o mi contrincante. Lo importante es que mostraron su compromiso con este país que es de todas y de todos. También a quienes quisieron asistir a votar y no pudieron por la falta de transporte público. No puede volver a ocurrir que en un día tan relevante como este se prive a la gente de ejercer su derecho a voto”.
Los compromisos del nuevo presidente
Boric habló de comprometerse en “este proceso de cambios” que se extenderá por los próximos años y agradeció a todos los equipos que se sumaron, destacando a la doctora Izkia Siches la vocera de esta última etapa de la campaña; pero sobre todo a las mujeres, a las diversidades y a los niños y niñas “que nos llenaron de cariño y dibujos este viaje, con dibujos hermosos que expresaban la inocencia del Chile que aspiran, un Chile verde y de amor (…) Sé que no podemos fallarles”.
“Tengo 35 años y sé y tengo claro que la historia no empieza con nosotros. Siento que nuestro proyecto es heredero de una larga trayectoria histórica, la de quienes desde diferentes posiciones han buscado incasablemente la justicias, la ampliación de la democracia y la defensa de los derechos humanos (…) Porque estamos en un nuevo ciclo histórico. Seré el presidente de todos los chilenos y chilenas”.
Reconoció que “los tiempos que vienen no serán fáciles” y que deberá hacerle frente a las consecuencias de la peor pandemia del último siglo, pero también del Estallido Social. Y con respecto a esto último señaló enérgico: “Nunca, por ningún motivo debemos tener a un presidente que le declare la guerra a su propio pueblo”. Esto último es significativo ya que alude a una frase desafortunada de Piñera, en medio de los disturbios de Santiago de 2019, asegurando que “estábamos en guerra”. Luego repitió el cántico que surgió entre el público: “Justicia, verdad, no a la impunidad”.
Después se refirió al movimiento de donde surgió: “¿Cuántos de ustedes marcharon el 2006, el 2011, el 2012? Somos de una generación que emerge a la vida pública demandando que la educación sea un derecho y no un bien de consumo”. También habló de terminar con la AFP (lo que lo hace volver a su programa original), el particular sistema de pensiones chileno que hace a privados invertir con los dineros que la gente impone obligatoriamente para la jubilación sin hacerlos participar de las ganancias. “No queremos que sigan haciendo negocios con nuestras pensiones”
También habló sobre defender los derechos humanos, defender la nueva constitución y luchar contra proyectos que destruyan el medio ambiente “No a Dominga… No podemos mirar para al lado cuando la avaricia de unos pocos destruye ecosistemas únicos”.
Hacia al final selló su primer discurso con “Hoy día la esperanza le ganó al miedo. Chilenos y chilenas hemos llegado con un proyecto de gobierno, que se puede sintetizar en avanzar con responsabilidad en los cambios estructurales que Chile necesita. Nuestro gobierno va a ser un gobierno con los pies en la calle”.
Un hito histórico
Además de ser el presidente más joven de la historia del país, a sus 35 años Boric logró otro hito: es la primera vez que un candidato que no ganó la primera vuelta logra imponerse en la segunda. Pero pasará a la historia como el presidente que estará acompañando el proceso de la nueva constitución que debería votarse en un plebiscito de salida durante el primer semestre de 2022, sellando un nuevo ciclo en la historia de Chile donde ya el fantasma de Pinochet terminará por extinguirse.
De todas formas, el flamante presidente chileno deberá enfrentar también un momento económico post-pandémico que se traducirá en una recesión a nivel global que Chile deberá aprender a enfrentar sin sacrificar el proyecto económico reformista impulsado por el candidato y ante un Senado y Cámara de Diputados sin mayoríasni para la derecha ni para la izquierda.Sus primeras medidas, la conformación del gabinete y el papel de los partidos son incógnitas que comenzarán a despejarse en los próximos meses, tanto como los liderazgos que emergerán en la oposición.
Un desafío para una izquierda representada por el conglomerado Apruebo Dignidad, conformado por el Frente Amplio junto al Partido Comunista que, en Chile, además de ser un partido democrático ya gobernó durante el segundo mandato de Michelle Bachelet (2014-2018). Y aunque en un principio fueron críticos del rol de la Concertación que gobernó a Chile desde el retorno a la democracia en 1989, lograron sumar apoyo de figuras como la misma Bachelet y el expresidente Ricardo Lagos, además de partidos que conformaron esa etapa como la Democracia Cristiana, el PPD, el Partido Socialista y el Partido Radical. Una alianza que, sin duda, modificará el mapa político chileno.
Pero Boric, diputado desde 2014, representado siempre a su Magallanes natal, es hábil y capaz de tomar decisiones arriesgadas como cuando impulsó el acuerdo de la paz tras un mes de estallido social en 2019 que allanó el camino al plebiscito por la nueva constitución que logró imponerse un año después, con un 80% de aprobación, para reemplazar la carta magna de Pinochet de 1980. El costo, que él asumió fue “salvar” de alguna forma el gobierno de Piñera.
Aunque ganó la primera vuelta con 27,91% dejando a Boric en segundo lugar con 25,83%, Kast viajó a EE.UU. a reunirse con políticos republicanos, dueños de las AFP (administradoras de pensiones) que en el particular modelo chileno invierten internacionalmente el dinero que los ciudadanos imponen mensualmente para la vejez sin que estos participen de las ganancias y de paso, corrió el rumor que se reunió con la tercera mayoría —y sorpresa de las elecciones— el economista Franco Parisi (12,80%) quien hizo campaña sin moverse de Alabama, donde se radicó debido a una orden de arraigo en Chile por el no pago de pensiones alimenticias.
Boric en cambio, redefinió su discurso, potenciando temas como la seguridad, migraciones y la mirada al futuro, sumando a Izkia Siches, presidenta del colegio Médico como vocera, una de las líderes más carismáticas y queridas durante la pandemia. También logró eludir las provocaciones de la gente de Kast que tanto en debates televisivos como en redes sociales fueron pródigos en fake news y rumores, incliuyendo desde montajes fotográficos hasta acusarlo indirectamente consumo de drogas (que Boric desmintió en pleno debate mostrando en vivo un test anti drogas), una estrategia que nunca antes en Chile había llegado a ese nivel de profesionalismo político.