Cultivando este arte, he llegado a hacer de mí mismo mi mejor compañía. Es decir, descubro que no soy lo que había llegado a creer que era. No tengo culpa de nada. Tengo derecho a ser feliz.
Me alivio del peso de lo que no es mío. Dejo de lado lo que me hace daño, y trato de poner mi energía en lo que me hace bien. Me abro a la gente, como lo hice siempre. No me dejo confundir.
Desarrollo la capacidad de ver hacia adentro, con el corazón. Es el mismo sentido de ver, pero dirigido a mi interior. Entonces gano confianza y seguridad. El mundo interno y externo confluyen.
Me anido en el mundo. Recupero la sensación de unidad. Todos los que fui son uno solo. Es decir, tienen sus especificidades, que recupero con nitidez. Pero el hecho de que me vea hoy como la misma persona que recorrió toda esta larga jornada, me trae una fuerza singular.
Ya no vivo más con aquella sensación de ruptura, división, como si yo no fuera el mismo todo el tiempo. Claridad. Entereza. Unidad. Ya no vivo pegado a lo que me pudo haber dañado. No vivo pegado ni despegado del pasado. Vivo atento y despierto.
Mi pasado no es lo que me impusieron como maniobra de dominación. Es lo que yo viví y sigo viviendo, como triunfo contra todo lo que pudo haberme destruído o deformado. La lucha para fortalecer mi confianza interna y externa, es una sola. Nace del amor que soy capaz de recibir. Entonces me amo, como un hecho concreto.
Participo de un movimiento que se centra en la autoestima y la construcción de vínculos positivos. Es un enraizamiento en la vida. Un florecimiento. Es poesía. Es una pasión por disfrutar de cada instante.
Hacer de todo el tiempo, una oportunidad para desarrollar los talentos que me hacen quien soy. Una persona que aprende continuamente a ser feliz, cada vez más yo, cada vez más uno solo y el mismo, todo el tiempo.
Escapo constantemente del llamado a lo bajo, a la desesperanza, que se difunde sin cesar desde la televisión y las llamadas redes sociales. En la contramano, como una contradanza, ejecuto los movimientos que me centran en mi objetivo y mi meta. El arte como forma de vida. La vida como forma de arte. Me fortalezco en este juego de vencer lo que intenta destruírme.
Foto: “Jazmín del cielo”