Recordándote

Por ahí uno puede haberse olvidado de uno mismo, de la vida que le tocó vivir hasta el instante actual. Pero en algún momento te acordás, viene a vos la memoria total de lo que hiciste para llegar hasta aquí. La memoria de la persona que sos. Entonces te agigantas, aunque seas chiquitito.

Entonces todos tus sentires, tus alegrías y tus tristezas, esa tu manera de andar por ahí sin saber muy bien para qué o por qué, simplemente yendo o viniendo, admirado de estar vivo y viviendo, viendo el mundo a tu alrededor, todo eso, simplemente eso, nada más ni nada menos que eso, te llenan de un sentido pleno.

No importa mucho el sentido que puedan tener las palabras, sino el sentido que vos le das a la palabra. A la palabra que sos vos, a ese pedazo de vida con historia que a esta hora, en este momento, mira hacia adentro y hacia afuera de sí y se maravilla con tanto camino recorrido.

De tanto escribir, por ahí son las palabras las que vienen a vos, formando una especie de mundo muy tenue, acogedor, alrededor tuyo. Hay momentos en que vives eso, esa especie de capullo de cristal, casi invisible pero real, que te une a todo lo que te rodea, que cose tus pasos hasta aquí, que te extiende y te contrae como una pulsación universal en ti, de ti.

Entonces aquellas personas que se han visto y se ven reflejadas en lo que escribes, amigos o amigas muy queridos, son como que la prueba de que este ejercicio es válido. Te ves, te ven, se ven, nos vemos, en las palabras que vienen y que espejan, reflejan, dejan ver luz hacia adentro y hacia afuera de la vida de cada uno, de cada una, formando como un gran sol infinito

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