Lectura y realidad

cortázarNecesitaba tener un lugar adonde ir. Ese lugar puede ser la hoja de un cuaderno, la hoja de un libro. Una hoja. Es el lugar donde normalmente acostumbro encontrarme. Más en la hoja de un cuaderno que en la de un libro, a veces, otras veces, lo contrario. Pero son hojas, al fin.

A veces pienso que cuando no estoy escribiendo en un papel, lo estoy haciendo de otra forma, pero escribo siempre o casi siempre. Esto va aliviando el peso del existir, si es que me puedo expresar así. Lo que quiero decir, es que cuando escribo, se va borrando la separación entre yo y el mundo, que me enfermó muchísimo de la cabeza durante tanto tiempo.

Escribo y el mundo está ahí, estoy yo en el mundo. Aunque yo sea siempre algo que está un poco más allá o un poco más en otro lugar que aquí, al escribir, estoy un poco más aquí, un poco menos allá, no sé si me explico.

También algo parecido ocurre cuando vivo literariamente, poéticamente, que son también formas de ir borrando la frontera entre yo y todo lo demás, entre yo y lo que está aquí alrededor. Los otros días me di cuenta del contenido de verdad de la frase de Julio Cortázar: la literatura va destruyendo la falsa objetividad creada por el intelectualismo.

Es de La vuelta al día en 80 mundos. De hecho, me ocurre muchas veces que lo que vivo, está integrado en un tiempo, en un lugar o en un espacio, no sé bien cómo decir, literario, poético.

Creo que esto le debe pasar a mucha gente que lee, que viene leyendo desde hace muchísimo tiempo y cuya vida vino a encontrarse, como la mía, en las hojas de los libros, de los cuadernos, en las hojas. Aquí me refiero en especial, a las hojas de los libros, al modo o modos como la literatura nos va incluyendo en un mundo vasto, sin fronteras, integrado.

Esto es maravilloso. Es lo que la mística buscó siempre arduamente, difícilmente. La literatura, el escribir y el leer, son caminos más fáciles, me parece. Más al alcance de la mano, literalmente.

Ayer me pasó, y otras veces también me ha pasado, que mientras estaba charlando con una persona muy querida, lo que estaba viviendo, la mesa del bar, la cerveza, el espetinho, la gente alrededor, el mar, la música, se integraron en lecturas anteriores, en cosas leídas. Y cuando digo cosas leídas, son cosas vividas, no solamente cosas leídas en algún libro.

Cosas vividas. Todo se va integrando en una lectura unida, unificada. Ya he dicho estas cosas otras veces, y de tanto decirlas y volverlas a decir, como que lo que uno dice va tomando más fuerza, se va convirtiendo en más verdad.

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