Desafío

Si fuera ya un antiguo ritual este de venir por la mañana y tratar de dejar alguna señal. Un breve rastro de algo que pasa y se queda.

Una época que perdió noción de historia e identidad. El pertenecimiento un poco se diluye en asimilaciones fortuitas.

Un día la masa va para allá, al ratito se vuelve nomás y se tira al despeñadero. El vivir se asemeja a un acontecimento irrelevante. No era así años atrás.

Y todavía hay quienes mantienen en sí viva la memoria y la fuerza de un existir pautado por valores permanentes y elevados. La reflexión es necesaria si es que aspiramos a ser de hecho dueñxs de nosotrxs mismxs.

Cuanto más las presiones despersonalizadoras, anomizantes y alienantes fuerzan en la dirección de un vivir vacío y sin sentido, más debemos empeñarnos en buscar las raíces de aquello que puede rescatarnos.

Sumergirnos en la historia, en la filosofía, la poesía, el arte, la religión, el trabajo. Todo aquello que nos reconecta con la dimensión mayor e inmediata de la existencia.

Dejar un poco de lado el mundo prefabricado que se impone desde los medios. Hacer con nuestras propias manos un mundo que valga la pena de ser vivido. Este es el desafío.

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