Contención

Muchas veces, cuando alguna cosa me está enfermando de la cabeza, me voy a la literatura, o a la oración. Son mis refugios preferidos. Hoy a la mañana, bien temprano, cuando todavía no me había levantado, alguna enfermedad mental me empezó a merodear. No demoré, y le apliqué el remedio literario. Desapareció al instante.

No es que me ponga a leer algún libro, necesariamente. No siempre se puede, ni siempre es necesario. Lo literario está ahí, al alcance de la mano. Así como la poesía y la oración. En el fondo, me parece que son un único y el mismo mundo. Literario, poético, espiritual.

Dejé la mente vagar, pero con rumbo cierto, hacia las páginas de esos libros que ya no son algún libro determinado ni un cierto grupo de libros, sino el libro en sí, el libro de la existencia, el que vengo leyendo desde que me conozco por gente.

Ese libro es una página que está ahí, al alcance de la mano, a toda hora. A veces es algún libro que he leído. Lugones, Borges, Cortázar, Lya Luft, Martha Medeiros, Cecília Meirelles, Gita Lazarte.

Otras veces es el Martín Fierro, el Evangelio, Bécquer, y entonces veo que es un único libro, un libro que me contiene, que contiene todo lo que existe. La sensación que experimenté hoy de mañana y ahora que escribo estas cosas, es de una paz profunda. Es la propia eternidad.

Deixe uma respostaCancelar resposta